Aunque sea fundamentalmente conocido por su faceta musical en distintos grupos y géneros, el zamorano Víctor Aliste expone sus cuadros esta semana en la Alhóndiga como nuevo artista emergente en "Galería Viva".

-Llevaba varios años sin exponer en Zamora. ¿Cómo nace la posibilidad de exponer en "Galería Viva"?

-Fue una llamada inesperada de Javier Martín que, cuando me comentó de qué iba el proyecto, pensé que contaría conmigo en el aspecto musical para hacer algún concierto. Me sorprendió que fuera para algo de pintura, pero como me parece una iniciativa bonita, no podía faltar. Expuse en la Alhóndiga en el 2011 con varios compañeros de facultad que ahora mismo están incluso exponiendo en ARCO y que son el futuro del arte español. Entonces el acceso a la sala era bastante difícil, pero ahora parece que desde hace un par de años eso ha empezado a cambiar y ahora hay más posibilidades para gente joven y para otros que no se dedican profesionalmente a la pintura o que aún está estudiando la carrera.

-¿Cómo valora esta experiencia?

-Buena. La mayor parte de la gente desconoce mi faceta pictórica y soy conocido sobre todo por la musical. Muchos se sorprenden de que pinte, pero siempre está bien sacar a la luz tu trabajo. Es una mezcla de satisfacción y responsabilidad, porque en realidad tienes que escoger solamente una pequeñas muestra de todo tu trabajo, que suele ser un proceso largo. El espacio es muy reducido y tienes que poner unas pocas obras que tengan coherencia entre sí y que queden bien en su conjunto.

-¿Cómo empezó a pintar?

-Siempre he pintado compaginándolo con el Conservatorio. Me lo tomaba como una desconexión porque pasabas de tener la presión de clases individuales, audiciones y conciertos a crear en una clase con muchísima gente y donde había más libertad. Aunque tienes que trabajar, para mí estudiar Bellas Artes ha sido una manera de desahogarme. Cuando haces algo que te gusta se te pasa el tiempo sin querer.

-¿Es más dura la música que la pintura?

-A los niveles en los que me muevo, sí. A la pintura me dedico sin un método de trabajo fijo, pero a la música sí, porque funciono preparándome para conciertos y demás. Siempre estoy en contacto con ello, pero no me presiono de la misma manera. Es algo que voy moviendo pero con calma. A un instrumento hay que dedicarle muchas horas y esto es un medio de evasión.

-¿Con cuál se queda?

-Me paso el día haciendo música porque es a lo que me quiero dedicar. Estudio seis o siete horas diarias y eso es algo que la gente no ve. Toco clásico, jazz, rock... pero eso lleva mucha dedicación, muchas horas y muchísimos ensayos. Por eso necesito la pintura, aunque no le dedico todo el tiempo que debería.

-¿Aún no se valora suficiente el trabajo artístico?

-En ambos campos hay mucho trabajo en la sombra. Las horas de ensayos, de bocetos y todo el trabajo que se queda fuera no se ve. Sólo se muestra el resultado final y no lo que hay detrás.

-¿Se encamina a la abstracción?

-Es algo que me apasiona, pero en este caso he querido mostrar algo más figurativo, pero captando, por ejemplo, el movimiento, sin insistir en el trazo. Si no estás muy metido en el mundo del arte y ves directamente una exposición abstracta, te cuesta, de la misma forma que si no estás acostumbrado a oír música y empiezas con una sinfonía de Wagner. La pintura tiene que entenderse desde el proceso, por lo que hay gente que cuando ve una mancha de color piensa "eso puedo hacerlo yo" pero hay otros que intentan verlo de otra manera y encontrarle su sentido.

-¿Es difícil no perder esa conexión con el público?

-La exposición es una parte del proceso artístico. Si haces obras sin pensar en lo que va a pensar el público, es como si tocas en una sala vacía donde no hay nadie que escuche. La obra tiene su propósito y tiene que tener salida porque tiene que ir a alguna parte, no vale de nada tenerla en el trastero. Hago composiciones modernas, pero procuro buscar un punto intermedio para llegar al que va a la exposición.

-¿Todavía hay mucho rechazo al arte contemporáneo?

-Aún no estamos acostumbrados, y lo mismo pasa con la música contemporánea. Es algo que cuesta y la gente aún está acostumbrado a lo clásico y en sentido artístico, es muy conservadora. La gente está acostumbrada a ver otras cosas y en cuanto entra algo nuevo, choca. Hay que irse metiendo poco a poco, pero hasta que eso pase aquí pasará un tiempo. Hay que educar al público en general en la manera de ver un cuadro o de escuchar una pieza de música, porque la gente se está estancando, y eso es peligroso.