-¿Por qué tendemos a quedarnos con objetos de nuestros seres queridos muertos?

-Porque nos los recuerdan, es bueno si te apetece, no así hacer un santuario, como tampoco que no haya nada en casa que los recuerden. Hay gente que se agarra a esas cosas materiales porque teme olvidarse de él, "no recuerdo su cara", claro que sí la recuerdas, pero en ese momento hay un mecanismo de defensa del cuerpo para no dejarte sentir tanto dolor. Tienes miedo a perder hasta su recuerdo.

-También asisten a familias que sufren el suicidio de uno de sus integrantes. El sentimiento de culpa es inevitable, supongo.

-El suicidio está muy mal visto, se sigue diciendo que la persona murió de un accidente porque la sociedad tiende a juzgar, "¿cómo no os disteis cuenta?". Esto lleva a la persona a profundizar en los pensamientos de culpa, pero no es ni un fallo de quien se ha ido, ni tuyo. Estos casos siguen siendo los más complicados de afrontar para las familias

-¿Y en las desapariciones?

-La culpa siempre está ahí. No es positivo dejar la habitación tal y como la dejó porque el dolor se cronifica y, si vuelve, no será la misma persona.

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