Solo en Estados Unidos han fallecido más de 500 personas por el uso de las llamadas pistolas Taser, datos que ponen de relieve la necesidad de establecer una regulación específica para este tipo de armas. Son muchos los casos en los que se emplean estas armas en el ámbito mundial.

En España, una de las situaciones más llamativas tuvo lugar el pasado mes de julio en la playa de Algeciras, en la provincia de Cádiz, cuando un policía municipal propició una descarga para inmovilizar a un detenido. Según el testimonio del agente, el agresor, un conocido delincuente de la zona por su relación con el narcotráfico, se ayudó de varios miembros de su banda para rodearlo y propinarle una paliza. Aprovechando el descuido de los agresores, el agente desenfundó su pistola Taser y disparó en dos ocasiones al detenido, hasta inmovilizarlo por completo. La escena fue recogida en vídeo y se propagó rápidamente por las redes sociales.

En esta situación solo hay que lamentar algunas lesiones, sin embargo, hay otras muchas en las que su empleo ha desencadenado graves consecuencias y controversia. En varias de las ocasiones en las que alguien ha fallecido tras recibir la descarga en otros países, estas pistolas se utilizaron contra detenidos que padecían enfermedades o factores de riesgo.

En una de ellas, un médico que acababa de sufrir un accidente de coche recibió una descarga por no obedecer las órdenes de los agentes que no se percataron del aturdimiento bajo el que se encontraba el detenido. También se han llegado a emplear pistolas Taser contra niños, mujeres embarazadas e incluso contra una anciana que padecía demencia senil.