Entre los documentos investigados en la sección Inquisición del Archivo Histórico Nacional, el extremeño Fermín Mayorga halló un relato que no tiene desperdicio. El legajo recoge las denuncias recibidas por fray Francisco de San Lorenzo, sacristán en el convento de los franciscanos descalzos de Zamora, que fue "delatado" por "tocar el pecho a una mujer" y acumular "diversas experiencias con menores, algunos miembros del coro de la Catedral".

El primero de los casos ya es todo un hallazgo. El 13 de marzo de 1770, una mujer enferma que responde al nombre de Juana Cordero, escribe al Cabildo para denunciar que "encontrándose enferma en la cama, vino el reo a confesarla para que recibiese el viático y que, acabada la confesión, este le tentó un pecho y, al despedirse, le cogió la mano".

Las repetidas delaciones que aparecen en el documento, a continuación, van más allá. Como la de Ignacio Bonilla, de 19 años, quien comunica en Valladolid que fray Francisco "lo solicitó en el confesionario mientras confesaba, tuvo tocamientos deshonestos con el reo y este le obligó a que hiciese con él lo mismo, ya que todo quedaba en la confesión". En este y otros casos, "el fraile le dice a varios menores que le muestren el miembro y que, en función del tamaño, el pecado podía ser mortal o venial".

Así le ocurre a Francisco Ravanal, monaguillo del coro de la Catedral de solo 13 años de edad, a quien fray Francisco le "solicitó con tocamientos deshonestos, mientras el fraile le decía que eso no era pecado y que así se lo indicaban sus confesores". Casos parecidos fueron denunciados por Francisco Valdés y Barrera, de 15 años, Mauro González, de 19, y Bernardo Andrés, de 16. Todos delataron al religioso para "depurar las malas acciones del fraile", reza en el documento. Pese a que el comisario de Zamora lo defendió, "dos calificadores del Santo Oficio alegaron que es un sacerdote solicitante en la confesión y, como tal, hereje".

Doble vara de medir

La conducta le valió a fray Francisco su reclusión en un convento. "Prácticas como la sodomía en el terreno civil eran castigadas con la hoguera, pero la Iglesia no condenaba públicamente a sus miembros, sino de puertas para adentro con la reclusión en un monasterio", revela Fermín Mayorga, quien incide que también aquí había una "doble vara de medir" los pecados.