Doctor en Historia del Arte, José Luis Hernando es reconocido por sus colegas como uno de los mayores expertos del país en el legado románico. En esta ocasión, más que de patrimonio, Hernando habla de la figura de Teresa de Ávila y su exigua relación con la provincia. Las palabras del profesor de la UNED de Zamora revelan algunos detalles de un personaje poliédrico, complejo y al tiempo fascinante. Una mirada distinta de la mística, de la que se festeja el quinto centenario de su nacimiento.

-¿Por qué irrumpe con tanta fuerza la figura de Teresa de Ávila en su tiempo?

-A raíz del Concilio de Trento y de todo movimiento contrarreformista, antierasmista o antiprotestante, surge una especie de intento de recuperar ciertos santos, varios de ellos de origen hispano, llamados a prestar un apoyo importante a la labor del papado. Teresa es uno de esos personajes. Fue una figura muy directa, asimilable por todo tipo de audiencias, porque además realizó una labor de fundaciones muy extensa por toda la península. Fue una santa que caló hondo entre todo tipo de capas sociales: la aristocracia, las clases nobles, las más sencillas? Y esa es la explicación de por qué tuvo tanta relevancia.

-¿Ya en vida?

-En vida tuvo bastante celebridad, pero poco después de morir es beatificada y canonizada en un intervalo de tiempo bastante breve. Esta situación está en relación con esa campaña de la Iglesia de sumar nuevos santos cercanos. Es una figura que incluso en vida levantó bastante devoción por su proximidad, la reivindicación de un ideario que, no obstante, quizá no era comprensible por todo el mundo. Se comportó como un personaje muy independiente, aunque mantuvo ciertas relaciones de privilegio con respecto de los promotores y de los mecenas que podían auspiciar una nueva fundación.

-Dice que despertó devoción? ¿También polémica?

-Las opiniones encontradas se acrecentaron con la canonización. Sí es verdad que en vida mantuvo una cierta polémica con algunos inquisidores, pero Teresa fue una mujer bastante discreta que interiorizaba todo a través de la escritura. Su literatura sigue siendo bastante enigmática, no captable por todo el mundo. En aquel tiempo, los inquisidores buscaron todo tipo de aspectos contradictorios o cuestiones que chirriaran con la ortodoxia, pero ella no fue una causa opuesta a los dictados contrarreformistas.

-Siempre se habla de Santa Teresa como "la mística", ¿cree que todo el mundo entiende este apelativo tan recurrente?

-La mística es un esfuerzo interior por hacer comprensibles algunas cosas que no resultaban tanto. Por ejemplo, ciertos dogmas de la Iglesia. La mística es una vía de ascetismo bastante introspectiva, muy íntima, que no estaba al alcance de cualquiera?

-¿Una actitud comparable a la reforma del monacato muchos siglos atrás, en la Edad Media?

-Son situaciones y aspectos distintos. Los movimientos de reforma monástica intentaban retornar a los orígenes, a las reglas, manteniendo la pobreza, el rigor, el ascetismo o los dictados evangélicos. Teresa propugna también este retorno, aunque mientras la regla benedictina aspiraba a unas metas muy concretas de trabajo, meditación y vida claustral, Teresa promueve una serie de fundaciones por toda la península más espontáneas, selectivas? Va a crear monasterios muy modestos con muy pocas acólitas y así es como se aleja del conocido "ora et labora".

-Hizo un esfuerzo por traducir el dogma, pero algunos de sus mensajes no se entendieron, ¿realmente fue una divulgadora?

-A la hora de interpretar sus textos, son fuentes difíciles de comprender porque hay mucho simbolismo, principios que no podían llegar a los fieles del momento. También está el perfil biográfico de la santa, un personaje con antecedentes criptojudíos, que la colocaron en el punto de mira en la España de la pureza de sangre.

-Orígenes judíos familiares de un icono de la cristiandad, no deja de ser curioso, ¿verdad?

-No fue la única. Los antecedentes familiares en la época podían ser variopintos, y no necesariamente cristianos viejos como reivindicaba la ortodoxia monárquica. Cripto hebreos, marranos o conversos hubo en todas las esferas del poder: en la Iglesia, en las órdenes monásticas, entre las clases nobles y dentro de ciertas profesiones liberales como médicos, cambistas, banqueros o contables. No se puede entender la España moderna sin esos antecedentes hebraicos.

-La santa pudo fundar su propia orden, pero centró su obra en reformar una ya existente, el Carmelo, ¿por qué?

-Sobre todo porque ella aspiraba, aparte de una pureza original, a cierta independencia. Los monasterios de esa época, finales del siglo XVI e inicios del XVII, estaban muy vinculados a los promotores, que podían perturbar esa pureza inicial. Si un monasterio se mueve alrededor de una noble dama, esta podía imponer un criterio que no era convincente desde el punto de vista de Teresa de Ávila. Muchas novicias que ingresaban en religión aportaban unas dotes económicas importantes y eran muchachas procedentes de una extracción noble. Eso forzosamente podía poner en duda el ideario original de ascetismo, de pobreza?

-Es decir, que buscaba un territorio virgen?

-Ese territorio virgen no existía? Ella se movía en unos márgenes muy estrictos, no podía emprender una revolución monástica, tenía que someterse a los dictados existentes. Dentro de estas dificultades, Teresa exploró la vía mística, el diálogo permanente con la divinidad, y eso podía molestar a la jerarquía eclesiástica, que era la encargada de mediar entre la piedad individual y la ortodoxia religiosa. La dificultad con la que se topó es que aspiraba a una vía interior y eso podía perturbar los dictados de la ortodoxia católica.

-Este tipo de personajes que irrumpían de una forma rotunda eran poco queridos por la Iglesia, ¿no es cierto?

-No necesariamente. Es curioso, pero en la Iglesia siempre ha habido movimientos de regreso a una cierta pureza evangélica. Cuando una orden tiene muchas vocaciones y consigue una estabilidad económica y un relativo poder, parece que se estanca, rechaza la pobreza primitiva y aspira a mayores cotas de poder.

-Ayúdenos a viajar a la España del momento, ¿qué se encontró la santa en Zamora?

-A pesar de que Teresa de Ávila era una empedernida redactora de cartas, no conservamos muchas referencias a Zamora en los documentos que se conservan. Sí que sabemos que mantuvo una relación privilegiada con personajes sin nombres ni apellidos. Su intento de fundar un convento no prospera. En una carta de 1575 que dirige a un amigo suyo, un eclesiástico de Salamanca de origen portugués que se llamaba Teotonio de Braganza, Teresa dice que la fundación que quiere establecer aquí no ha llegado a cuajar y prefiere esperar.

-Pero, ¿qué dice ese documento?

-Exactamente, afirma que se encuentra con el problema de la promoción. Dice que abrir una casa de carmelitas en Zamora era complicado justamente por "el fundador que nos debe ayudar". La santa asevera que ha considerado "cuán trabajosa cosa es para casa de pobreza tener fundador que no sea muy para ayudar". Posiblemente, una gran fortuna de un señor importante es fundamental, pero no se fía porque a lo mejor esa persona quiere tener mayor poder del que le corresponde. Por todo, decide darle a esta proyecto "más tiempo" y, finalmente, no llega a buen puerto.

-¿La santa se encuentra con esta situación en otros lugares?

-Le ocurre en bastantes lugares, porque crea fundaciones en infinidad de sitios. En el caso de Zamora, no llega a establecer un convento pero sí se crea uno en Toro que continúa activo, el de San José de carmelitas descalzas, una fundación de los primeros años del siglo XVII. También en Toro Teresa de Ávila tuvo una relación de amistad con Guiomar de Ulloa, una señora muy importante y una de las personalidades nobles más adineradas de la ciudad. Mantuvo igualmente contacto con Ana Enríquez, hija de los marqueses de Alcañices, mujer de Juan Alonso de Fonseca, que tiene la particularidad de que, siendo joven, mantuvo una relación muy fluida con el círculo luterano de Valladolid, donde radicaba el doctor Agustín Cazalla, que fue llevado a la hoguera. Es decir, que antes de meterse en obras de religión, Teresa de Ávila flirteó con los círculos erasmistas de Valladolid que combatió la Inquisición. Teresa mantuvo pocos vínculos con Zamora, pero alguno de ellos es muy interesante. Por ejemplo, la novela El Hereje, de Miguel Delibes, nos habla de ese grupo de erasmistas que frecuentaban Valladolid y que no eran unos cualquiera, gente instruida, algunos de ellos eclesiásticos. Su amiga Ana Enríquez mantuvo una relación con el círculo de Cazalla, que era como mentar al diablo a ojos de la Inquisición.

-¿Cuál fue la relación exacta de la santa de Ávila con el pueblo zamorano de San Miguel de la Ribera?

-Guiomar de Ulloa fue la responsable de ofrecer una finca a san Pedro de Alcántara, otro reformador de la época, que mantuvo muy buena relación con Teresa de Ávila. Alcántara fundó un convento de franciscanos descalzos, otra orden, en Aldea del Palo, una pequeña población cercana a San Miguel de la Ribera. Teresa llegó a visitar a su amigo en este lugar y, de alguna manera, apoyó la creación de ese pequeño monasterio. Hay pocos datos sobre la santa, pero son muy ilustrativos, nos hablan de cómo ella quería desligarse de las ataduras de los promotores y también de esa relación con Toro, poco cómoda.

-Cambiando de asunto, también ha colaborado con la exposición "En busca del tiempo perdido", que muy pronto se abrirá a los zamoranos en el Consejo Consultivo de Castilla y León. ¿En qué ha consistido su trabajo?

-He colaborado con Fernando Pérez, responsable de una instalación muy elemental que explica que se encontró en el solar del Consejo Consultivo. Es un solar con un potencial arqueológico muy considerable, de ahí que se desmontaran y documentaran niveles de ocupación muy antiguos. La muestra trata de ofrecer, con apoyos livianos de cristal y acero, el relato de qué existía bajo los pies de la construcción. Mi papel ha consistido en redactar los pequeños textos que se muestran, en colaboración con Rosario García Rozas, directora del Museo de Zamora, y Hortensia Larrén, la arqueóloga territorial. Se trata de una excavación que proporcionó materiales de finales del Bronce hasta la época contemporánea, con especial cantidad de restos medievales correspondientes a un verdadero centro de poder, localizado en el corazón de la Zamora más antigua, dentro del primer recinto amurallado. Estos textos sirven de hilo conductor para que el visitante pudiera entender todo esto.