El avance irrefrenable de la tecnología ha provocado cambios significativos en la sociedad actual. Ahora las impresoras pueden fabricar objetos, los drones reparten comida a domicilio y los coches aparcan solos. Puede que hoy en día todo esto nos resulte sorprendente y todavía inusual, sin embargo algo tan cotidiano como el móvil ha conseguido transformar drásticamente la comunicación personal. Los últimos datos colocan a España a la cabeza de la Unión Europea y cuarta a nivel mundial en cuanto a penetración de smartphones. Esta invasión no pasa desapercibida y trae consigo preocupantes consecuencias. Aparece un nuevo término acuñado en plena era digital, la nomofobia. Una palabra para designar la adicción al teléfono móvil llevada al extremo (no mobile phone phobia). Ansiedad, estrés, dolor de cabeza o insomnio son alguno de los síntomas derivados de esta enfermedad.

Entre las múltiples funcionalidades de estos aparatos destaca el hecho de poder estar comunicados las veinticuatro horas del día estés donde estés y de forma gratuita. Pero, ¿es una ventaja o un inconveniente? Depende de para quién según explica la psicóloga zamorana Alba Domínguez. Las personas más susceptibles de padecer nomofobia son aquellas con baja autoestima, timidez y dificultades relacionales. "Para ellos el móvil es un escudo protector que les permite decir aquello que no se atreven a decir en persona".

El 61% de la población castellano-leonesa confiesa que no podría estar un día entero sin mirar el móvil. Un porcentaje sin duda revelador en cuanto a la dependencia que generan en las personas.

Las estadísticas apuntan que cada vez son más frecuentes los casos de adicción al smartphone, y no es para tomarlo a broma. Cuando la situación es extrema, los síntomas son los que se ven habitualmente en personas drogodependientes o alcohólicas con síndrome de abstinencia.

Más alarmante aún es el hecho de que esta enfermedad se de principalmente entre los jóvenes de entre 18 y 24 años, periodo en el que la presión social es alta y repercute en la forma de establecer relaciones en la edad adulta. "Se establece un apego o vinculación afectiva intensa que proporciona una falsa sensación de protección. Cuanto más lo usan, más se incrementa esa creencia", aclara Domínguez.

Una persona para la que las relaciones suponen un problema tiende a acomodarse en su zona de confort, que en este caso es el teléfono móvil, y esa situación estática evita que esa persona se enfrente a sus temores. Este tipo de comunicación mediante redes sociales y mensajería instantánea desemboca en una posterior incapacidad para comunicarse cara a cara. En una situación cotidiana los nomofóbicos sufren dificultades para desenvolverse ya que no se encuentran bajo el amparo de su teclado y se sienten intimidados. "Se pierde el contacto físico afectivo y cuando este se retoma aparecen trabas a la hora de gestionar y expresar las emociones. Por eso a menudo esto deriva en sedentarismo ya que resulta más fácil evitar esas situaciones quedándose en casa", explica la psicóloga.

Es también común que quienes sufren nomofobia tengan la necesidad de complacer constantemente a quienes establecen comunicación con ellos. Si olvidan el móvil en casa pueden padecer graves ataques de pánico y ansiedad ya que piensan que la gente que intente contactar con ellos quedará sin respuesta, y por tanto sienten que les están fallando.

Otro aspecto relacionado con esta adicción es el deseo excesivo de aprobación que tienen determinadas personas y que se intensifica con el uso de los móviles y las redes sociales. Es ya muy popular colgar fotografías y vídeos visitando lugares exóticos, comiendo una delicatessen o retratándose así mismo con un selfie mostrando toda su belleza. "Esas personas vigilan de forma constante la cantidad de "me gustas" y de comentarios que le dejan en sus perfiles con una enorme necesidad de recibir elogios".

Asimismo hay que tener presente que esta enfermedad no solo afecta a quienes la padecen. En el caso de las relaciones sentimentales, la adicción al móvil deriva con frecuencia en control, celos y malentendidos. Alba Domínguez ha advertido en más de una ocasión estos obstáculos en algunas de las parejas que ha tratado en Zamora. "En el móvil no se aprecian fácilmente las reacciones o las intenciones y eso genera errores de comunicación y malentendidos".

En cuanto a las amistades, también se ven perjudicadas por estos malos hábitos comunicacionales. Muchas personas aunque no se confiesen nomofóbicas tienen la tendencia de estar enganchados a los móviles como si estos aparatos fueran una extremidad más de su anatomía. Tal es el punto de dependencia que cuando están en una situación social de persona a persona, están más pendientes de las conversaciones que tienen por el móvil que en quienes están presentes en el mismo lugar. Este fenómeno se conoce como "phubbing" y demuestra una vez más la obsesión que puede provocar la comunicación virtual.