El panorama reciente de las infraestructuras comenzó a cambiar a partir de un hito: la apertura en 2005 del último tramo de la A-11, los 32 kilómetros que unían Toro y Zamora, y que permitían que la capital conectara con Valladolid por vía de alta capacidad. Aquel primer cartel azul en la ciudad inauguraba una nueva etapa para la provincia, que sumaría nuevas inversiones con la ejecución de la Ronda Norte y la finalización de la Autovía de la Plata entre Salamanca y la ciudad. La puesta en servicio de los últimos 49 kilómetros con Benavente el pasado mes de mayo ha cerrado una productiva década para las infraestructuras, que pronto darán un salto de calidad con la llegada de la Alta Velocidad. Sin embargo, del desdoblamiento de la N-122 a Portugal... ni una sola noticia.

La última referencia a una infraestructura clave para conectar Zamora con el país vecino tuvo lugar en 2009, cuando fue adjudicada la redacción de los proyectos en los meses de mazo, julio y octubre. Entonces, el Ministerio de Fomento establecía un periodo de ejecución de 18 meses para un tramo que alcanzaba los 71,8 kilómetros en los tramos Zamora Norte-Ricobayo, Fonfría, Alcañices y San Martín del Pedroso que costaría 251 millones. Se trataba de un paso clave para iniciar las expropiaciones de terreno y lanzar los trabajos... pero ahí quedó todo. Las noticias se diluyeron mientras Portugal "hacía los deberes", como los políticos del Partido Popular se encargaban de reivindicar en reiteradas visitas a las infraestructuras de Tras os Montes. En particular, el puente internacional de Quintanilha entraba en funcionamiento ese mismo año y la pelota quedaba en el tejado español. Hasta hoy.

Aquellas noticias se encuadraban en el proceso iniciado en 1997 para convertir las infraestructuras del eje del Duero en tramos de alta capacidad, por un criterio de progreso y seguridad para los ciudadanos. El trazado completo se presupuestó en 1.250 millones de euros, con un total de 260 kilómetros afectados que, tramo a tramo, han ido avanzando... salvo el de Portugal. De hecho, en 1998 Fomento incluyó esos setenta kilómetros en dicho eje por su importancia estratégica.

Cinco gobiernos de dos signos políticos más tarde y casi dos décadas, la N-122 acumula un largo historial de accidentes, el último, el gravísimo siniestro de este sábado, en el que perdieron la vida tres menores. Un hecho que ha revivido las ansias reivindicativas en las zonas de Alba y Aliste que, ahora con más razón, se sienten olvidados por las administraciones.

La infraestructura entre la capital y Alcañices ha pasado a formar parte del llamado Plan Estratégico de Infraestructuras y Transporte (PEIT) que debe quedar ejecutado en 2020. Mientras, la autovía entre Braganza y Oporto está a punto de completarse -apenas quedan cuarenta kilómetros por se desdoblados- y el foco de atención se sitúa a este lado de la frontera. Todo a pesar de la complicada situación económica que atraviesa el país luso, que se ha visto obligado a establecer peajes electrónicos en todo el territorio ante la necesidad de incrementar la recaudación de impuestos.