"La noticia a dar es terrible, cambiará las vidas de los familiares, pero hay que actuar sin ocultar y dejar que lloren, griten..."

"Hay que permitir que se vea a los fallecidos, si se pide, es el primer paso para aceptar lo ocurrido, la despedida"

Los niños que pierden a un familiar o alguien cercano tienen que saber la verdad de lo ocurrido, "para que comprendan que ya no están no porque ellos hayan hecho algo mal", explica la psicóloga Isabel Piñel, experta en la asistencia a afectados por catástrofes o accidentes. Y es que el niño "elabora su propia realidad para darse respuestas de lo que ha sucedido", por eso es imprescindible contarle lo que ha pasado. "Nosotros estamos para determinar cómo hay que hacerlo, lo vamos estudiando", añade la especialista, que insiste en que "no hay que aislarles" del momento trágico que vive la familia, "que es lo que se suele hacer, se trata de evitar" que sepan y se generan otros problemas. "No pasa nada porque vean a su madre llorar, así comprenderán que ellos también tienen permiso para enfadarse" por lo sucedido y "para llorar y así entender qué ocurre". De este modo, "se evita que sean otra víctima", puntualiza Piñel.

En el accidente de Cerezal de Aliste, una menor de 12 años francesa, que acompañaba a los pequeños portugueses para pasar unos días de vacaciones, lejos de sus padres, tuvo que afrontar la difícil situación de comprender que sus amigos habían muerto. En estos casos, "hay que dejarles que hablen del miedo que sintió en tal situación" y que comprenda que es normal estar alegre por haber salido ilesa del accidente, aunque esté triste por la pérdida de sus amigos. La atención psicológica en el momento es esencial, así como con posterioridad para "que pueda asimilar que son cosas que ocurren y hay que aprender a vivir con ellas".