¿Cómo comunicar la noticia de la pérdida de un ser querido en una situación de catástrofe, desastre o en un accidente de tráfico? Los más allegados y la familia tienden a consolar, a frenar el dolor con frases como "la vida sigue", "no te preocupes, no llores", "tienes otros hijos"... Todo lo contrario de lo que recomiendan los expertos. Saben que "es la reacción normal de un familiar que ve un dolor tremendo sin poder hacer nada", pero quienes sufren la tragedia "tienen que llorar, gritar...", lo que necesiten en ese momento para expresar su dolor, explica la psicóloga zamorana Isabel Piñel.

Se debe dejar que fluyan los sentimientos derivados de esa pérdida irreparable de un ser querido y asesorar a la familia para que pueda ayudar, indica la integrante del equipo de psicólogos voluntarios de la provincia compuesto por nueve profesionales, especialmente y ampliamente formados para intervenir de forma inmediata en situaciones tan desgarradoras y que actúan en virtud de un protocolo suscrito por el Colegio de Psicólogos de Castilla y León, la Junta y el Servicio de Emergencias 112.

Tres de sus compañeros actuaron de forma inminente para dar asistencia psicológica a los supervivientes del accidente mortal de Cerezal de Aliste en el que perdieron la vida en el acto tres hermanos, dos niños de 4 y 12 años, y una niña de 11.

El tremendo episodio sumió en estado de shock al padre y conductor del vehículo monovolumen que ocupaban los pequeños, que resultó herido grave, tras colisionar cuando se dirigía a Portugal, en la N-122, contra un camión; y a la menor de 12 años que viajaba detrás de él, junto a su amiga y el hermano pequeño, que murieron el sábado pasado; y al camionero.

A la madre de los pequeños, que también se dirigía a Portugal e iba varios kilómetros detrás ese mismo sábado, le comunicaron el accidente y el fatal desenlace. Todos los afectados estuvieron asistidos hasta regresar a sus casas, así como los abuelos maternos y otros familiares que estaban en Zamora, para hacer frente al suceso, "normalizarlo todo lo posible dentro de lo horrible" que es la situación, e iniciar el duelo

"La noticia que se va a dar siempre es algo terrible, que cambiará sus vidas para siempre", apunta Piñel, pero hay que actuar "sin engañar ni ocultar, dejando que afloren los sentimientos".

La intervención parte desde el mayor de los respetos al proceso del dolor, "hay que comunicar" al afectado la realidad de lo ocurrido, "y dejarle llorar, gritar, lo que sea. Y observar su reacción: si ves que no es capaz de asimilarlo, que se queda en shock, hay que ayudarle para que pueda entender lo que se le está explicando y que pueda empezar a hacer su duelo".

La tarea del entorno más cercano y de la familia es "acompañar, eso es lo importante", para lo que estos especialistas también ofrecen pautas sobre "cómo ayudar, qué hacer en los días posteriores. Se les orienta, se les da pautas, sobre lo que puede ocurrir en un momento de dolor tan lacerante".

La duración de esta asistencia depende de cada caso, puede prolongarse días, aunque lo normal es que se esté seis u ocho horas. Se acompaña en el reconocimiento de los fallecidos, para lo que "hay que prepararles para la situación lo mejor posible", los psicólogos hablan con los forenses de cara a ese momento tan dramático para la familia. Porque si la familia quiere verlos, debe permitírseles, en general es positivo, es la despedida", agrega Piñel. El entorno de quien vive la pérdida de un ser querido tiende a intentar disuadirle, pero "si lo pide nosotros sí creemos bueno que lo haga, es el primer paso para aceptar lo que ha ocurrido e ir procesando todo".

Isabel Piñel incide en la importancia del convenio que les permite actuar en estas situaciones, dado que son "cotidianas, ocurren a diario, la fatalidad está ahí, los accidentes siempre van a suceder, las catástrofes, los suicidios, los desastres...". Este equipo de psicólogos, que actúa desde 2006, también asiste a los profesionales que participan en las labores de rescate o intervienen en las labores de auxilio. Y acuden a otras provincias, cuando los siniestros son de grandes dimensiones.