Los ladrones profesionales preparan sus atracos con la mayor perfección posible para no dejar ningún rastro de prueba. Pero hay otro tipo de personas que roban, sin un rostro ni perfil concreto, sin discreción, y su escenario favorito son los hoteles. Actúan de forma espontánea, más por el vicio de poseer objetos, al alcance de cualquiera, pero de una forma privilegiada. Y hay huéspedes que lo hacen porque quieren coleccionar las maravillas pérdidas de los hoteles.

Algunos hoteles zamoranos han puesto medidas a los robos que se producen, hacer objetos grandes, pesados y aparatosos para evitar su desaparición. Pero la realidad es que la mayoría de los establecimientos a día de hoy no sufre un acoso constante de hurtos. De hecho aunque tengan fama de poseer un botín muy codiciado, es más grande el mito que la realidad. Es cierto, que los hoteles siempre se arriesgan a perder sus objetos, sobre todo cuando el "ladrón" cierra la puerta de su habitación.

Los clientes saquean incluso cosas sin valor. En el caso del Hotel NH Zamora Palacio del Duero, se han llevado botes de gel, algún folleto o la carta del servicio de habitaciones, que aunque no la vayan a usar. Otras veces ocurre que cogen las sábanas o hasta amplían su campo de actuación fuera del cuarto, descuelgan hasta los cuadros del pasillo.

El Hotel Zenit Dos Infantas hace años, en una de sus habitaciones, les usurparon la cuna, con el juego de sábanas de niño. Los hoteles también temen que sus clientes se marchen sin pagar, algo que sucedió alguna vez en el Hotel Trefacio. Una de sus trabajadoras detalla que incluso les han quitado alguna vez una funda nórdica, además de toallas, entre las cosas más comunes.

El presidente de AZAMTUR (Agrupación Zamorana de Empresas para la Promoción Turística), Fernando Calderón añade que "se han llevado de todo, cualquier cosa que te puedas imaginar. Una vez desapareció hasta una escobilla del baño". De las cosas más extrañas que han podido suceder, recuerda, fue cuando "se dedicaron a meter los sofás en una habitación, para hacer una fiesta, y cuando el personal de servicio entró para recoger, no vieron el sofá y se asustaron. Pensaron: ¿cómo se lo habrán llevado sin que nadie les viese? Pero luego lo encontraron en la habitación, en la que juntaron varios sofás". En otra de las experiencias hoteleras nos encontramos "el esqueleto de una virgen mexicana de gran tamaño puesta en la habitación vestida como una persona, que no te esperas y reaccionas con un susto". También "viene mucha gente borracha, cogen ceniceros, vasos, etc".

Sin embargo, aunque la tentación pueda estar ahí, los hoteles no tienen al eterno ladrón, "la persona de las mil caras", todos los días para retirar algo de sus habitaciones al primer descuido. Los establecimientos afirman que actualmente apenas tienen robos. Puede ser que los ladrones ya hayan cogido todo lo necesario, o que los hoteles ya no hagan los artículos tan bonitos para fastidiar a los clientes del "todo incluido".