El Estado no solo ingresa el montante que tengan las herencias sin reclamar por parte de los familiares o aquellas a las que renuncien los benefactores. Las cuentas bancarias "abandonadas", aquellas que llevan sin movimientos al menos durante dos décadas, también pasan a engrosar las arcas públicas. Como el de las herencias, este dinero también se destinará íntegramente, a partir de ahora, a fines sociales.

Las estadísticas bancarias muestran que en los últimos años el volumen total de cuentas bancarias que se encuentran en esta situación ha crecido sensiblemente. La causa hay que buscarla en las numerosas fusiones y absorciones bancarias que se han dado en los últimos años, unos movimientos financieros que han dejado directamente abandonadas multitud de cuentas en las que los titulares tenían una escueta cantidad de dinero.

Hasta ahora el saldo de las cuentas corrientes sin reclamar iba a parar al Tesoro Público y se contabilizaba como un ingreso más de la Administración del Estado. La modificación de Hacienda hace que ese dinero "se dedique a la financiación de programas de formación dirigidos a personas con discapacidad".