La capital mundial del románico tiene la obligación de enseñar a sus habitantes, desde bien pequeños, el patrimonio arquitectónico que hace de este punto al oeste de los mapas un lugar al que miles de visitantes se acercan cada año para contemplar la riqueza arquitectónica que conserva. La Agrupación La Morana sabe mucho de esto y por ello ha diseñado una serie de talleres infantiles con el objetivo de descubrir las iglesias zamoranas a los niños para despertar sus inquietudes sobre la importancia de estos templos para la ciudad. Más de ochenta niños participan estos días en una serie de actividades que contemplan visitas a los principales monumentos románicos de la capital, incluyendo rincones a los que pocos han podido llegar hasta el momento.

El ocio no es incompatible con el aprendizaje. Así lo han demostrado los niños que, de la mano de La Morana, están aprendiendo mucho y muy bien sobre el patrimonio zamorano. A lo largo de estos primeros días de verano, más de ochenta pequeños visitan los principales templos de la capital en busca de los detalles que han hecho de Zamora la ciudad del románico. El proyecto incluye rutas guiadas por las iglesias de La Magdalena, San Claudio de Olivares, San Vicente Mártir, San Cipriano y Santo Tomé. En San Vicente Mártir, los pequeños han tenido la oportunidad de ascender a la torre románica y visitar las pinturas habitualmente ocultas para el público, al igual que en la iglesia de Santa María la Nueva.

Y el colofón de esta ruta románica se establece en la Catedral, con visita incluida por los testimonios arquitectónicos ocultos a primera vista y recorrido por el Museo Catedralicio. También, el taller incluye sendas visitas al Museo de Zamora y Museo Diocesano.

Un equipo de ocho monitores coordinan estas rutas por la ciudad, así como actividades artesanales y plásticas, cocina, teatro y un sinfín de propuestas. Y, por supuesto, el agua no podía faltar. Una piscina habilitada por Decathlon en el colegio Arias Gonzalo sirve para el refresco entre tanta cultura.