Las salas del Museo Etnográfico ya han comenzado, como cada verano, a llenarse de risas y bullicio infantil. Esta semana, trece niños entre cinco y ocho años han sido los encargados de abrir los distintos talleres organizados por la entidad para los meses de verano.

Como es habitual, la primera de las actividades se ha centrado en los juegos tradicionales para abrir la programación con diversión y desconectar, de forma lúdica, de los periodos lectivos que los pequeños acaban de terminar. Además de aprender las normas de juegos como el mate, las tabas, la rana o los bolos, también aprenden cómo se divertían antes los más pequeños gracias a los distintos juguetes que se conservan en una de las partes del museo. Así, los pequeños pueden conocer cómo jugaban sus padres y abuelos alejados de las pantallas de tabletas, ordenadores y teléfonos en espacios urbanos y rurales en los que ahora ya apenas se puede correr en libertad detrás de una pelota debido al tráfico de las ciudades.

Como cuenta la responsable de didáctica del Museo, Eva Belén Carro, los juegos también sirven para educar a los pequeños enseñándoles que, por ejemplo "antes la sociedad era sexista y los niños jugaban a cosas diferentes y por separado y ahora pueden jugar todos juntos". En las próximas semanas, el centro ya tiene preparados talleres con distintas temáticas para los niños de todas las edades en una actividad que cada año cuenta con mayor número de niños que deciden apuntarse a esta nueva forma de ver el Museo. Restauración, bailes, animales, viajes de leyenda o formas de acercarse al Nuevo Mundo serán los siguientes protagonistas de un verano en el que aprender no está reñido con las vacaciones.