Cuando el contenedor sospechoso fue localizado en Barcelona, el Servicio de Vigilancia Aduanera solicitó autorización judicial para la circulación y entrega vigilada de la mercancía, concediéndose la misma mediante un auto. Igualmente se llevó a cabo una instancia para poder intervenir los teléfonos de contacto que figuraban en la mercancía. En estas conversaciones, la pareja sentimental hablaba de "6.000 euros para otra persona y 10.000 para el condenado". Igualmente, a la pareja sentimental del zamorano se la interviene una conversación con el acusado en la que indica que ha quedado en ir a recoger la mercancía a las 10.30 horas. El acusado le recomienda que cuando firme no ponga el nombre que ponga "un no se que", según las transcripciones que refleja la sentencia.

La pareja, en otra de las conversaciones telefónicas, habla sobre la mercancía que está a punto de recibir. El hombre le dice a su pareja que "son cinco y de cinco solo traen tres, dos no traen y no me tiene una marca para yo saber", en referencia a los rodillos de caucho y que solo tres de ellos contenían las tabletas de cocaína. A esta explicación del ya condenado, la mujer asevera "hijos de puta, nunca ponen nada". Esta conversación es uno de los argumentos que esgrime el Tribunal Superior para acreditar que la mujer "no se limitaba a una labor burocrática sino que su implicación en la operación de transporte de droga, con su pareja sentimental, es total, conociendo todos sus detalles".