Será porque la Gerencia de Sacyl en Zamora tiene presente lo que le dijeron a Jesucristo "no soy digno de que entres en mi casa, aunque una palabra tuya bastará para sanarme", será porque alguien temió que se inaugurase algo sin su presencia o simplemente por un exceso de celo en el procedimiento administrativo. El caso es que la sala habilitada como capilla en el nuevo Hospital Provincial, que carecía de lugar donde celebrar los oficios religiosos desde el derribo de la antigua, sigue sin poder cumplir su función porque el acto de bendición previsto para este mediodía se tuvo que suspender por mandato de la autoridad sanitaria.

El capellán del Hospital Provincial, Volusiano Calzada, había preparado lo que pretendía ser un sencillo y emotivo acto de bendición de la nueva capilla para lo que había invitado al vicario, José Francisco Matías Sampedro, el delegado de liturgia, Narciso Lorenzo, el capellán del Clínico, José María Casado, el anterior del Hospital, Alberto Segovia y por supuesto las monjitas que tradicionalmente cuidan de los enfermos del antigo centro de la Diputación. Todo dispuesto, apareció el fotógrafo de este diario y saltaron las alarmas: un vigilante le conminó a abandonar las instalaciones, y para cercionarse le acompañó hasta que montó en su coche estacionado en el aparcamiento, por momentos con palabras más que expeditivas. Mientras tanto una responsable del Hospital conminaba al resto de los presentes a abandonar también las instalaciones, porque consultada la superioridad, ahí esa mañana no se iba a inaugurar nada. En esta ocasión era la Iglesia la que topaba con la Junta y vicario, curas y monjas marcharon por donde habían venido.

Fuentes de la Administración explicaron que la capilla (una pequeña habitación de unos doce metros cuadrados ubicada en la planta baja del nuevo Hospital, en oncología) es propiedad del centro sanitario y por tanto consideran que los curas deberían haber pedido permiso para bendecirla. El capellán, que lo único que pretendía era bendecir la capilla para poderla utilizar cuanto antes, no se percató de que tenía que hacer ningún trámite administrativo para ello y además de ver cómo se impedía el acto se llevó la bronca de sus superiores por no caer en el detalle en cuestión. Algunas fuentes consultadas por este diario admitieron que la capilla es del Hospital, pero pusieron en duda que para bendecirla (no inaugurarla) hubiera que avisar al gerente, ya que se supone que es un trámite obligado para que pueda cumplir su fin religioso. "Es como si para decir misa los domingos hubiera que pedir permiso al gerente".

El capellán, en fin, tiene un disgusto de aúpa, sobre todo porque su intención no era crear ningún conflicto entre Sacyl y Obispado, que han colaborado en los últimos tiempos para buscar siquiera un lugar provisional en el Hospital para la atención espiritual de los pacientes, lo que, al menos para algunos, es también importante. El lugar está, pero tendrá que esperar para poder entrar en funcionamiento, al menos para los católicos.