Ser padre no otorga un manual para saber dar respuesta a todas las necesidades infantiles y los progenitores deben aprender a gestionar las emociones para educar las de sus hijos. La psicóloga zamorana Mar Gallego ahonda en estos aspectos en su último trabajo, "Educación emocional con y sin TDAH", que ayer fue presentado en la Biblioteca.

-¿Qué aporta este libro para el estudio de la educación emocional?

-Trata la educación emocional en el entorno familiar y aunque hay un capítulo importante dedicado a la escuela como un lugar de relación obligada entre los adultos responsables de los niños, principalmente se centra en la educación emocional en el entorno familiar, algo que no está tratado en otros estudios.

-¿Se trata todavía de una asignatura pendiente?

-La educación emocional es una asignatura pendiente desde el momento en el que hay demandas emocionales que no están respondidas. Los niños necesitan una autorregulación emocional y somos los adultos del entorno los que tenemos la obligación de estar capacitados para darles esa educación. Desde esta perspectiva sí que hay una necesidad y una carencia, tanto de los padres como del entorno académico. Aunque es mejor hablar de que se trata de una necesidad para acompañar adecuadamente a los niños en ese crecimiento, saludable a todos los niveles.

-¿Qué papel debe desarrollar la familia en este tipo de educación?

-La familia tiene un papel fundamental en la vida de los niños porque es su pilar de sustento, abrigo y desarrollo. Pero también lo tiene en el desarrollo del individuo el ambiente educativo. Lo ideal para el niño es que haya una conjunción de los dos ambientes, una cooperación por parte de ambos. Entonces podremos dar la respuesta más acertada a ese desarrollo y necesidades que el niño demanda.

-La educación ha estado hasta ahora principalmente centrada en el aspecto cognitivo pero, ¿qué aporta el aspecto emocional a los menores?

-Principalmente dota de competencias y habilidades a la persona que recibe esta educación. Alguien que tiene estas competencias podrá gestionar sus emociones de un modo adecuado y dispondrá de las herramientas adecuadas para gestionar las emociones en cada momento.

-¿A los padres les sigue costando centrarse en los sentimientos de sus hijos, ponerse en su piel?

-Primero hay que conocer nuestras propias emociones y nuestro nivel de gestión emocional y luego empezar a ayudar a hijos y alumnos. En el prólogo del libro se valora que los sentimientos de los niños tienen que ser entendidos antes que entrenados, porque es un fallo que muchas veces cometemos, el querer ir directamente a la solución. Tememos que partir de una base, de por qué el niño reacciona de determinada manera. Él carece de habilidades de gestión emocional para hacer un afrontamiento adaptado de la situación y ahí es donde hay que ir, no a la solución, sino a esa falta de autorregulación emocional.

-¿El estilo de vida actual complica el educar en familia?

-Hay que admitir que las situaciones sociales han cambiado en los últimos años, incluso las estructuras de las familias, pero hay que tener algo muy en cuenta: que las necesidades de los niños siguen siendo las mismas. Así que los adultos responsables tenemos que hacer un esfuerzo para que esta transición de la vida de los niños y adolescentes que se tienen que adaptar a las situaciones que los adultos organizamos en términos laborales o sociales, les dañen lo menos posible. Y esto requiere un esfuerzo de sensibilidad, sobre todo por parte de los adultos, para saber responder adecuadamente a esas necesidades inherentes a la infancia y adolescencia.

-¿Sería conveniente disponer de una escuela de padres?

-Lo que sí es cierto es que cada persona parte de unas características personales y un equipamiento para dar respuesta a estas situaciones. Es necesario que las personas hagan un acto de humildad y de reflexión para cuando necesiten una ayuda, cuando se enfrenten a una situación que no puedan manejar. No hay que dar por hecho que siendo padre se puede hacer todo, sino habilitarse y buscar los recursos para dar mejor respuesta a los hijos. Así se sentirán todos más cómodos, porque al final no solo redunda en beneficio del niño sino de todo el entorno. Si un padre sabe acompañar a sus hijos en este proceso, estarán todos más a gusto. Si un docente sabe dar la respuesta acertada habrá menos irrupción en el aula. Corresponde tomar la capitanía a los adultos responsables en este sentido, porque los niños no pueden decidir qué hacer, se exponen a estímulos del entorno que los adultos podemos manejar para que sean lo más leves posible, sobre todo para los niños con necesidades especiales.

-¿Son conscientes los padres de que son un modelo para sus hijos?

-Hay que ser conscientes de la influencia determinante que tenemos en la vida de los niños, no solo en la infancia. Va a ser una impronta que va a marcar el resto de sus vidas y ahí sí que tenemos que asumir la responsabilidad los adultos que estamos al cargo de ellos.

-¿Hay buena conexión entre escuela y familia en el tema de la educación o se tiende a delegar demasiado en la primera?

-Es una necesidad que haya una colaboración entre ambas, se están haciendo esfuerzos y creo que todos están cada vez más mentalizados de esa colaboración por el bien de todos, tanto de los niños como de los adultos, ya que también redunda en su beneficio porque se crea una estructura de sostén que nos favorece a todos.