Tras el éxito de público y crítica de "El manuscrito de piedra", y, posteriormente "El manuscrito de nieve", el escritor zamorano Luis García Jambrina vuelve al estilo irónico y humorístico de sus primeros cuentos en su nuevo libro. En "Bienvenida, Frau Merkel", García Jambrina homenajea al Mr. Marshall de Berlanga y se aleja de la novela histórica.

-Después de ahondar en la vida de Cervantes en "La vida de otro", deja la novela histórica para pasarse al humor.

-Me apetecía mucho cambiar de registro y hacer algo nuevo porque, cuando uno termina la novela histórica, queda bastante agotado y relativamente sin ganas de ponerse con otra historia semejante. Me gusta alternar ambos tipos de libros, porque estas publicaciones exigen menos documentación que la que hace falta para la novela histórica. Además, llevaba tiempo con ganas de hacer algo basado en la actualidad.

-Además de basarse en la actualidad, hace a la vez un particular homenaje a "Bienvenido, Mr. Marshall".

-De ahí sale toda la historia. Quería hacer una sátira política de la actualidad española tomando como punto de partida la película de Berlanga buscando una situación similar hoy en día. Lo que representaban los Estados Unidos en la España de los cincuenta o los sesenta lo representa en la actualidad Alemania. Era un reto para mí escribir una novela así, aunque, en los cuentos que había escrito antes ya utilizaba los registros del humor y la ironía. Mantener ese tono a lo largo de ciento sesenta páginas o, incluso, hacer que vaya a más para sorprender al lector, es una dificultad añadida. En los últimos años, todos hemos estado perplejos e indignados ante la realidad y creo que es el momento de reírse de ello y enfocarlo de otra manera.

-¿Es más difícil hacer reír al lector que engancharlo a la trama de una novela histórica?

-Sí. Cada tipo de novela tiene sus dificultades. Muchas veces existen prejuicios contra cierto tipo de novelas que se consideran "más fáciles", pero yo creo que no es así. Cada género, si se intenta hacer bien y se pone cierta ambición en ello, es complejo a su manera. La fase de documentación de una novela histórica es muy dura, porque, además, no puedes estudiar demasiado sobre el tema ya que lastras la novela. Hay gente que llena las páginas de datos y no es recomendable excederse en la información que das al lector, porque se abruma. Además, la fase de corrección es complicada porque tienes que atender a aspectos lingüísticos, narrativos e históricos.

-¿Y en la humorística?

-Son otras dificultades, sobre todo mantener el tono y el ritmo. Solamente había escrito cuentos breves en este registro y no es nada fácil sorprender al lector y buscar nuevos tipos de humor. Hay que usar gags, giros en el tono, combinar la ironía, la sátira... Dado que estás ante una novela y los que la consuman tienen que identificarse con algunos personajes, no puedes tratarlos como caricaturas ni hacer sangre con ellos. Hay que mantener la risa sin simplificarlos demasiado y, para mí, ha sido muy interesante escribirla. He disfrutado mucho en el proceso y espero que los lectores hagan lo mismo cuando la lean.

-Además, con este tipo de novelas se reciben críticas con otro rasero.

-A la gente le encanta reírse pero, sin embargo, parece que acabamos despreciando el humor y se le da más valor al drama y a lo trágico. Aunque sea más difícil hacer reír que llorar, se valora mucho más a los escritores y actores dramáticos que a los cómicos. Es algo con lo que hay que contar, pero sin tenerlo en cuenta a la hora de escribir. Además, me animé a escribir la novela porque echo en falta novelas de humor dentro de la literatura española. Me gusta leer de todo y no encuentro casi ninguna publicación. La comedia está más presente en el cine y la televisión, pero escasea en la literatura.

-Más de cincuenta años después, ¿España ha vuelto a ser la de Berlanga o nunca ha dejado de serlo?

-Yo creo que lo segundo, aunque hubo una época de espejismos en la que creímos que sí. Creímos que todo había cambiado, pero hemos vuelto de golpe a esa situación. Yo hablo de la eterna actualidad española en un contexto que todo vuelve siempre y se repite sin parar a lo largo de la Historia. La novela es una invitación a reírse de eso para que el lector medite sobre la idiosincrasia española y nuestra manera de ser. No se trata de hacernos alemanes, pero sí tendríamos que mejorar un poco y olvidar ciertas prácticas que nos retratan. Parece que cuando nos dan una oportunidad siempre la desperdiciamos y cuando tenemos dinero para invertir en el futuro, lo que hacemos es derrocharlo.

-Esa España derrochadora de la piscina de Villar del Campo es la misma que construye grandes palacios de congresos que no llegan a inaugurarse o aeropuertos sin aviones.

-Esa cultura del despilfarro yo la relaciono con nuestra mentalidad católica, que está ahí desde los orígenes de España. En mi anterior novela ya se habla de esa ingente cantidad de oro y plata que viene de las Indias y se va pagando las deudas de la corona. Hay periodos en los que parece que sí vamos a cambiar, pero en las épocas de bonanza nos olvidamos de lo que va a venir después.

-Aunque la novela sucede en una localidad ficticia, podría haberse situado en muchos pueblos de España y también de Zamora.

-De hecho, muchas de las cosas que atribuyo a Villar del Campo las saqué de las noticias de los periódicos y de haberlas visto en Zamora. Es una síntesis de toda España pero, por ejemplo, la estación de autobuses del pueblo de al lado, Villar del Río, está sacada de la estación de autobuses de Alcañices. Es gigante y llena de dársenas, pero nunca llegó a inaugurarse y por el pueblo pasan solamente dos o tres líneas que continúan parando en el mismo sitio de siempre. También tuve muy presente el ejemplo de Peleas de Abajo, que es la localidad más endeudada de España en proporción al número de habitantes.

-La novela es también un retrato del comportamiento de los españoles. Las envidias, las rivalidades...

-Todo eso es algo muy español e irracional, como las tradiciones que muchas veces no lo son. Los tópicos que están tan presentes en España se ven sobre todo cuando los contrastas con otra mentalidad. Por eso me ha interesado la figura de la artista alemana que lo ve desde fuera, aunque tenga su propia manera de percibir las cosas. Yo intentaba ir más allá del retrato de los últimos años de la crisis y el despilfarro y dar una imagen de España que permitiera reírnos de nosotros mismos, algo que nos hace mucha falta.