"En Teología se nos enseña cómo hay que explicar la palabra, proclamándola con un componente espiritual para poder aplicarla a la vida diaria y sin perder el contexto en el que vivimos", resume Jesús Campos, párroco en San Lorenzo desde 2005, quien alaba que la guía abogue por evitar "los sermones farragosos, complicados y largos, porque no interesan a nadie", argumenta desde su experiencia de dos décadas.

Admite que la predicación "es un género difícil" y que para ello hay que buscar a los fieles. "Su participación es esencial, debemos despertar su interés". Una tarea que es muy diferente, "simplemente en las tres eucaristías que oficio el domingo, porque no tiene nada que ver la misa de las nueve de la mañana con la de los niños de catequesis y la de la una del mediodía", ejemplifica. Además, en España cobra especial interés "porque es casi exclusivamente la única lección que muchos creyentes reciben de la palabra de Dios, por eso para nosotros también debe ser importante", sentencia.