Ninguna de "las nueve canales de ciervo macho" que la Guardia Civil halló en Fresno de la Carballeda, el 12 de octubre de 2010, en el interior de un camión de una empresa cárnica de Cáceres, ni la que se estaba a punto de cargar, disponía del precinto de caza: todos estaban decapitados, "sin trofeos", con las patas seccionadas y "casi congelados". La Fiscalía exige por ello al Juzgado de lo Penal la condena a un exguardia civil por un delito contra el Medio Ambiente, la presunta caza ilegal en cotos, "sin precintos y fuera del horario permitido", "en periodo de berrea o al final" de la misma para beneficiarse de la venta de los trofeos (valorados entre 3.000 y 6.000 euros cada uno en función del número de puntas), -que el supuesto furtivo alegó "que tiene muchos cotos y no sabe dónde están"-y de la carne sin el control sanitario adecuado.

El Ministerio Público pide la máxima pena que permite el Código Penal al exagente del Seprona, de iniciales A.M.V., por capturar animales de caza mayor de forma furtiva: una multa de 3.600 euros (12 meses a diez euros diarios) y tres años sin poder cazar; y de 2.400 euros para el veterinario, cuyas iniciales son F.J.F.M., que firmó la guía de la carne, cuyo contenido está "falsificado" de común acuerdo con el cazador, según la Fiscalía. Por este delito solicita un año de prisión para cada uno de los dos imputados.

El Ministerio Público cuestionó la veracidad de ese documento porque certificaba la inspección en esa misma mañana del 12 de octubre de 15 piezas, cuando la Guardia Civil solo pudo ver diez ciervos decapitados y un jabalí, todos "casi congelados", lo que sería incompatible si el examen veterinario se efectuó horas antes, como recogía la mencionada guía. Esa circunstancia indicaría que las reses habrían sido capturadas en diferentes días, como mantuvo la acusación pública durante un tenso juicio, en el que se llegó a poner en entredicho la actuación de la Guardia Civil y de la propia Fiscalía de Medio Ambiente, quienes iniciaron las diligencias por las denuncias vecinales. La media docena de guardias que testificaron en el juicio celebrado ayer confirmaron los argumentos de la fiscal y describieron cómo el 7 de octubre el exagente del Seprona (expulsado en la década de los noventa) "fue visto con un ciervo con las patas quebradas" y un impacto en el tórax, lesiones que coincidían con "el golpe en la aleta" del Land Rover que tenía el exguardia civil. Los cuatro cotos en los que podía cazar el imputado solo disponían de once precintos, de hembras y machos, para toda la temporada, por lo que en ningún caso podría haber diez machos disponibles para su comercialización al inicio de la veda, los hallados en el camión de la empresa cárnica.