"Le pego porque me castiga". Esa explicación común entre muchos menores de edad zamoranos que agreden a sus padres, fundamentalmente a las madres, no es sino un ejemplo de que "no tienen ninguna conciencia de que lo que hacen está mal". Ese es el peligro, advierte la Fiscalía de Menores y lo que justifica el incremento de casos de maltrato de hijos a padres bien "por el dinero", bien "por los horarios" de llegada a casa, los nocturnos, sobre todo.

La luz roja lleva encendiéndose desde hace más de un lustro. Este 2014 prometía una curva descendente hasta que llegó septiembre y la estadística se desbarató: solo en noviembre se han producido tres de las nueve denuncias de padres a sus hijos e hijas de más de 14 años registradas desde enero.

Año a año, el problema no solo se intensifica, sino que se recrudece, "empieza a haber niñas y niños cada vez más pequeños" que levantan la mano contra sus progenitores, subraya la delegada de la Fiscalía de Menores, Ángela Pérez González. Así, otra media docena de víctimas acudía a la fiscal por la misma causa, pero "lo más preocupante es que los denunciados tenían 12 o 13 años". Esos casos se remiten a Protección de Menores de la Junta de Castilla y León, al no estar el agresor dentro de la edad penal; y el Ayuntamiento de Zamora dispone de un programa de orientación a esas familias.

La situación es todavía más alarmante si se tiene en cuenta que, "para cuando los padres se deciden a denunciar, llevan dos o tres años" sufriendo en silencio ese maltrato, es decir, que las situaciones de violencia comienzan a darse cuando esos niños y niñas tienen nueve o diez años. "Aquí llegan los casos de los ya se han desbordado tanto que el respeto mutuo se ha perdido". Detrás de estas conductas está "la pérdida de autoridad de los padres", apunta la fiscal, que incide en "la necesidad" que tienen los hijos e hijas "de una persona de referencia, que les dirija y les enseñe y que sea firme, pase lo que pase. Cuando se les impone un castigo hay que mantenerlo". Los menores "necesitan a los padres, no a un amigo, los amigos les encuentran en la calle. El hijo nunca va a ser tu amigo. No se le puede dejar sin padre". Esa confusión de papeles ha contribuido a desvirtuar el rol de los progenitores y ha mermado su capacidad de controlar las situaciones conflictivas con sus vástagos. Las madres suelen ser las víctimas de los golpes y las amenazas, algunos hasta las han llegado a dejar encerradas en casa.