La Generalitat de Cataluña zanjó ayer el debate sobre la autenticidad del claustro impulsado por el anticuario zamorano Ignacio Martínez, que hoy se erige en una finca privada en Palamós, tras hacer públicas sus conclusiones sobre el estudio elaborado por el catedrático de Historia del Arte, Eduard Carbonell, quien comunicó que las arcadas son "una recreación historicista" realizada en el siglo XX. El veredicto contradice la argumentación del historiador Gerardo Boto, quien sacó a la luz el claustro hace dos años y medio y sostiene que es auténtico, medieval y procedente de la Catedral Vieja de Salamanca. La "homogeneidad" y "uniformidad" tanto de la piedra como de la arquitectura llevan a la Generalitat a concluir que "no hay elementos antiguos" en la construcción. El informe final, cuyas conclusiones se exponen en un centenar de páginas, ha requerido de la participación de cincuenta expertos, según comunicó ayer el consejero de Cultura de la Generalitat, Ferran Mascarell.

Tal y como avanzó Eduard Carbonell en el inicio de las jornadas que hoy continúan en el Palacio Moja de Barcelona, el peso de la investigación está depositado en el estudio pormenorizado de la piedra, con una estrecha colaboración con el Instituto del Patrimonio Cultural de España (IPCE). Descartada su antigüedad, Carbonell ha buscado posibles edificios del siglo XX, construcciones inacabadas o incluso escenarios cinematográficos, para verificar la procedencia sin hallarlos. Por lo tanto, el informe se dirige a una única posibilidad: el claustro se hizo para su venta en un contexto de principios del siglo XX donde predominaba el furor por las obras de arte medievales.

Los miembros del IPCE incidieron en el análisis de la piedra para concluir que no hay materiales, rastros ni sistemas constructivos medievales. La experta Ana Laborde, que dirigió la restauración del Pórtico de la Gloria en Santiago de Compostela, expuso la "sorpresa" de la investigación al hallar una completa uniformidad en la técnica de construcción, que descartaría que las arcadas tengan piezas antiguas y modernas. "No hay diferencia entre la piedra", apuntaron los expertos del Instituto. Igualmente, la "erosión es muy regular" y no han apreciado "la labra medieval", sino "marcas burdas que recuerdan las obras del siglo XX en la restauración de la Catedral de Salamanca". Los miembros del equipo de investigación afirmaron que la superficie entronca directamente con la manipulación que se efectúa en las canteras de Villamayor en época moderna, como en la fábrica de la familia Zarzoso. Conclusión: "los acabados de Palamós no son coherentes con los de tipo histórico".

Quizá lo más llamativo de la primera jornada llegó cuando el experto José Vicente Navarro hizo referencia a "siete muestras" tomadas de la zona del claustro de la Catedral Vieja de Salamanca -con la que el profesor Gerardo Boto enlaza las galerías impulsadas por el zamorano Ignacio Martínez- y cuyo análisis no presentan relación con "la estructura, los aceites y los contenidos proteicos" hallados en Palamós.

El Instituto de Patrimonio concluye, de esta forma, que no aprecian diferencias entre diferentes periodos, existe "uniformidad" en materiales, talla, deterioro y sistema constructivo, "no hay una película" que justifique la antigüedad y "no hay relación morfológica" con Salamanca.

El conservador del Museo Nacional de Cataluña (MNAC) Alex Masalles, el arquitecto José Miguel Merino de Cáceres y el historiador Manuel Antonio Castiñeiras cerraron la primera de las jornadas técnicas en el edificio junto a La Rambla en una serie de ponencias presididas por el director del Instituto del Patrimonio Cultural Español, Alfonso Muñoz.