La presidenta nacional de Manos Unidas, Soledad Suárez, visitó por primera vez desde que ostenta su cargo la delegación de Zamora. Esta mujer acudió ayer la ciudad también "invitada" por el sacerdote Juan Luis Martín Barrios, según ella misma ha explicado.

-Usted toma las riendas de la organización católica en un momento en el que miramos más hacia los que lo están pasando mal a nuestro alrededor.

-Estamos comprobando que la crisis ha puesto un telón delante de las personas que lo están pasando mal fuera de España. Creemos que hay economía para ayudar a todos. Los que no estamos sufriendo tan fuertemente la crisis podemos apretarnos un poco más el cinturón y ayudar a los de aquí sin dejar de ayudar a los de allí, que son los que se mueren de hambre o por falta de hospitales o como consecuencia de una falta de educación.

-¿Han notado un descenso en los donativos?

-Las contribuciones realizadas por particulares y por nuestros socios se mantienen, pues han disminuido menos de un 3% la financiación a través de esta vía. Sin embargo, el recorte de los fondos en cooperación al desarrollo es significativo. Manos Unidas no puede recibir más del 25% de sus ingresos de la administración pública porque nos restaría independencia y en ese porcentaje ha habido una reducción del 70%. Esta merma hace que no podamos atender a los mismos proyectos que antes y que tengamos que decir a más gente que no, lo que es muy lamentable. Ahora estamos financiando 600 proyectos al año cuando antes de la crisis estábamos apoyando cerca de un millar.

-¿Ahora buscan otras fuentes de financiación a fin de poder trabajar en el Tercer Mundo?

-Estamos trabajando mucho con empresas, pues muchas se han dado cuenta la labor que puedan realizar y la imagen que les da el ser solidarios. Miran la eficacia, la austeridad y la transparencia con la que trabajamos en Manos Unidas a la hora de confiarnos una aportación. Saben que el dinero llega íntegramente al lugar donde trabajamos. Los gastos que tenemos son mínimos, al ser el 99% de la ong voluntarios, la mayoría de ellos personas que tienen una inquietud por ayudar a los demás. Somos fundamentalmente gente mayor de 50 años, fundamentalmente mujeres, con una formación. Manos Unidas nos fundamentamos en la doctrina social de la Iglesia y ayudamos en la periferia, a los más pobres entre los pobres como indica Francisco.

-La disminución de recursos ¿ha obligado a endurecer los criterios de selección de los proyectos con los que se implica Manos Unidas?

-Indudablemente. Nos llegan proyectos de muchos países aunque muchos proyectos van para África, el continente más pobre. Manos Unidas siempre respalda al pobre entre los pobres y donde llega esta ong no llegan otros colectivos. Procuramos atender a las poblaciones más aisladas y con mayores necesidades.

-Trabaja intensamente en África y la ong que preside ha prestado ayudado a varias emergencias por ébola en Sierra Leona.

-Los colectivos que estamos trabajando en África desde hace meses estábamos demandando ayuda porque nos temíamos que se iba a desbordar la situación, pero hasta que no han llegado los primeros casos al primer mundo, a Europa y a Estados Unidos, estos gobiernos no han reaccionado. Para Sierra Leona necesitamos donativos porque desde agosto hemos cubierto trece emergencias por el ébola. Llevamos más de 300.000 euros destinados a este país en proyectos pequeños porque el ébola se combate desde muchos frentes. Una de las emergencias que más me ha impresionado ha sido la petición de dinero para la puesta en marcha de un pozo para que los niños pudieran lavarse las manos y no tuvieran que cerrar el centro educativo. También queremos apoyar a los sanitarios para que expliquen a la población en qué consiste esta enfermedad. La garantía que da Manos Unidas es que lleva años trabajando en el lugar. Hemos pasado de ayudar a un país que sale de una guerra y a una nación arrasada por el ébola.