"¿Seguro que Excalibur es zamorano?". Teresa Romero, la auxiliar de enfermería que se recupera de la enfermedad del Ébola en el hospital Carlos III de Madrid, solía preguntárselo a su hermano José Ramón cuando pasaban por Benavente, camino de su pueblo en Lugo. "Pues claro, este perro es de Zamora", le respondía el propietario de la mascota. Y a continuación, José Ramón Romero le contaba cómo adoptó a Excalibur, "el perro del ébola", la célebre mascota sacrificada por las autoridades sanitarias en una decisión envuelta en la polémica.

Aquella historia con final desgraciado se inició el año 2002, cuando el hermano de Teresa Romero visitó a uno de sus amigos zamoranos, natural de Villaseco. En la localidad del Pan, un cachorro -mezcla de american stanford y pitbull- "hacía muy buenas migas con un podenco". "Joder, ¡qué guapo!", reaccionó José Ramón al verlo. El dueño lo vio tan ilusionado que se lo entregó sin dudarlo: "Llevátelo, nosotros no nos lo podemos quedar".

Por entonces, el can ya respondía al nombre de Excalibur. Su dueño zamorano refirió a José Ramón que lo había encontrado en la ribera del Duero, abandonado. "Me contaron que lo vieron todo perdido", le confesó el vecino mientras daban un paseo por Villaseco para recoger las cabras. "El pobre estaba un poco destartalado, pero sano. Se recuperó muy rápido", explica José Ramón. ¿Por qué Excalibur? Aunque el cachorro ya había sido bautizado, al hermano de Teresa se le ocurre pensar que "le pusieron aquel nombre porque aquel perro imponía, como la legendaria espada del rey Arturo". En cambio, José Ramón lo apodaría simplemente "Bur". "Los veterinarios siempre dicen que si el nombre es largo, los perros solo se quedan con las últimas sílabas", justifica.

Así fue como el nuevo propietario colocó el chip reglamentario a "Bur" en la Semana Santa de 2002. La mascota se convertiría en un amigo inseparable. No solo de José Ramón, sino también de su grupo punk madrileño Lágrimas y Rabia, un fijo en sus giras. "Nos íbamos a Cataluña o al País Vasco y él siempre venía con nosotros", relata el gallego.

Cómo Excalibur se convirtió en mascota de Teresa Romero y su marido Javier Limón "es una historia muy larga". José Ramón reconoce que "llegó un momento en que no me podía ya hacer cargo del perro". Teresa y Javier "se habían enamorado" del can y decidieron quedárselo. Corría el año 2007. Entonces no imaginaban que la mascota se convertiría en el "Spanish ebola patient's dog" de diarios americanos como The Wall Street Journal. Pero "era un perro especial, todo el mundo que lo conocía, lo decía", reconoce José Ramón.

Al dueño legal del can y tanto o más a Javier Limón les dolió "muchísimo" que las autoridades sanitarias sacrificaran a Excalibur cuando a Teresa Romero le detectaron la enfermedad del Ébola. "No sé qué decir, solo que me lo han matado por la cara", se expresa José Ramón, a bote pronto. Unos segundos más tarde, el titular del perro defiende que Excalibur "tenía que haber sido, por lo menos, puesto en cuarentena". Merecía una oportunidad, piensa la familia Romero.

Días después, otro perro, esta vez en Estados Unidos, se encontraba en la misma situación. A la mascota de la enfermera contagiada en Dallas, Nina Pham, decidían darle una oportunidad. En estas mismas páginas, la investigadora zamorana María Jara reflejaba la perspectiva científica: "El estudio de Excalibur habría sido útil a la sociedad". José Ramón no puede estar más de acuerdo: "El caso de Estados Unidos nos da la razón".

¿Es verdad que Teresa, aislada en el hospital Carlos III de Madrid, desconoce la situación de Excalibur? "Yo creo que no sabe nada, pero no me atrevo a asegurarlo", afirma con cautela José Ramón. Su tono refleja la serenidad de la familia tras la mejora en la situación médica de Teresa Romero, cuyos últimos análisis daban ayer por primera vez negativo en ébola. Cuando termine de recuperarse y vuelva a pasar por Benavente con su hermano camino de Becerreá (Lugo), a Teresa le quedará el consuelo de escuchar la historia zamorana de Excalibur. Solo queda por responder una inquietante cuestión: ¿Quién abandonó al "perro del ébola" junto al Duero?