Máscara Ibérica es sinónimo de espectáculo. Cencerros, atenazadores, cuernos y mucha dosis de esa magia ritual que se ha traspasado de padres a hijos durante siglos. Eso es lo que pudieron vivir en primera persona los cientos de ciudadanos que salieron a las calles para ver la sexta edición de este particular desfile. Cerca de una treintena de grupos de España y Portugal desplegaron todos sus recursos a lo largo del recorrido que les llevó desde el parque de la Marina hasta la Plaza de Viriato. Entre ellos, catorce de la provincia de Zamora que brillaron con luz propia delante de su público.

Por primera vez desde que se celebra esta cita en la capital, el Festival de la Máscara contó con actividades destinadas especialmente para los niños. La Plaza de Viriato sirvió como escenario para que los más pequeños se impregnaran de la cultura ancestral que envuelve este tipo de representaciones. A lo largo de la mañana pudieron realizar sus propias máscaras y también escuchar con atención los cuentos que la organización había preparado para la ocasión.

El colofón, sin embargo, llegó a media tarde. Las inmediaciones del parque de la Marina y el inicio de Santa Clara eran un hervidero de gente que esperaba en los laterales la llegada de las máscaras. Y su deseo no se hizo esperar. El espectáculo tomó las calles y las representaciones ibéricas comenzaron su show. Los participantes en el desfile interactuaban con el público y el público recibía esa invitación con una mezcla de emociones que iba desde la risa de los mayores hasta el miedo en los ojos de los más pequeños.

Interesados por la tradición y espectadores circunstanciales acompañaron a las máscaras por todo el recorrido hasta la Plaza de Viriato, donde la fiesta llegó a su fin con un concierto de "Folk on Crest".