Devolver la solidez a la roca sobre la que se asienta la ciudad de Zamora en el tramo de Santa Marta ha supuesto una técnica de reafirmación nunca antes ensayada en nuestro país: "se ha reconstruido la propia roca, rellenado las concavidades existentes con fragmentos de otra similar, procedente de canteras próximas a la capital". Alrededor de 200 toneladas de fragmentos de gran tamaño, "de mil kilos el más pequeño, se han ido instalando" en las grandes oquedades que la erosión había ido provocando en ese emplazamiento, con el consiguiente peligro de derrumbe, explica el arquitecto zamorano Francisco Somoza, encargado de dirigir los trabajos, que concluyen el próximo día 20 de septiembre.

El sistema puesto en práctica para efectuar "un relleno de este tipo nunca antes se había utilizado en España", concreta Somoza, para lo que se ha usado "maquinaria específica y medios auxiliares importantes". Esta fórmula de consolidación se ha aplicado también en la zona de extramuros del Portillo de la Traición o de la Lealtad y en algún otro sector.

Las características de esta intervención, incluida en el proyecto impulsado por el Ministerio de Cultura con una inversión superior a los 800.000 euros, la convierten en "la más interesante y compleja de toda la obra", ejecutada a lo largo de estos seis meses, puesto que deja de lado la habitual fórmula de relleno de las concavidades con sillares.

Pero la actuación, esperada durante años y que debería tener continuidad en el tiempo para asegurar la firmeza de la roca, "representativa de la ciudad, que es la fachada de la ciudad" (visible del otro lado del Duero), ha incluido la apertura de sistemas de drenaje para evacuar las aguas intramuros y las que transcurren bajo la roca, al objeto de "detener en lo posible el proceso de su deterioro, lo que se denomina arenización", agrega Somoza. En la Cuesta de Los Pepinos, los niveles de degradación eran de mayor entidad en la muralla que en la roca, en los sillares o mampuestos, abunda el arquitecto, con un proceso de deterioro similar al otro elemento defensivo, puesto que están hechos de la misma piedra, arenisca.

El proyecto que se ejecuta en la capital, tras adjudicarse a la empresa Rearasa, con el preceptivo seguimiento arqueológico, incluía "la reintegración de sillares, para lo que se han eliminado los que estaba muy afectado". Además, se ha limpiado de elementos vegetales que provocan a la larga la rotura de la piedra.

En el sector de la muralla de Santa Ana, se ha procedido a la consolidación de la estructura defensiva del adarve (camino de ronda o paseo de ronda), además de rellenar con morteros y reintegrar algunos huecos en la zona de la muralla "que se habían convertido en un auténtico palomar, lo que estaba degradando más las piedras, además de las molestias que las aves causaban a los vecinos por". Para determinar las zonas en las que era prioritario actuar, el criterio a seguir ha sido el estado de cada sector, el grado de deterioro que sufría, así como su importancia histórica y la disponibilidad económica para desarrollar las obras que era preciso acometer.