Con voz temblorosa y los ojos repletos de lágrimas que caían a medida que explicaba su situación, Jesusa Fernández Alvarez, confiesa: "Aún hoy no sé por qué tuvimos que marcharnos de Zamora, nunca me he atrevido a preguntárselo a mi madre, pienso que no habría entendido la situación que estaban viviendo mis padres tras la Guerra Civil Española". Hoy, con 65 años, se desplaza desde Mar del Plata, Argentina, junto a su esposo, que afirma haberla acompañado "porque no quería dejarla sola". Es la primera vez que vuelve desde que se fue con siete años. "Voy a reencontrarme con una tía y nueve primos".

Los descendientes de emigrantes que participan en los programas Raíces y Añoranza salieron hace cuatro días de sus ciudades de origen en Buenos Aires y La Habana. Ayer fueron recibidos en la Diputación de Zamora por Fernando Martínez Maíllo, presidente de la Diputación y José Luis Bermúdez, diputado de Cultura. Durante esta quincena de septiembre tienen planeado un viaje a Valladolid, diferentes rutas por Aliste, Sayago, Sanabria y Los Valles. Tras las visitas podrán permanecer una semana con sus familiares, y el 16 de septiembre regresarán a sus países de origen.

Maíllo destacó la relevancia de su venida y que "el pueblo de Zamora siempre acoge a los emigrantes con cariño". Señaló que en la actualidad hay más facilidades para traer a estas personas, pero que "hace 50 o 60 años, cuando uno se iba era para no volver". La XI edición del programa ayuda a que nietos e emigrantes, que han escuchado hablar de la provincia toda su vida puedan visitar los diferentes pueblos de sus padres o abuelos. "Van a poder sentir cariño por unos días y no sentirse emigrantes, serán zamoranos en su tierra". Gracias la cooperación, otras comunidades también se han incorporado a estas iniciativas de apoyo. "Lo importante es que sigamos trabajando, aunque hayamos reducido el número de personas que han venido por el contexto de crisis, lo importante es que no lo hemos perdido", afirma el presidente de la Diputación.

Emociones encontradas

Cada uno de los emigrantes tiene una historia y una imagen de Zamora que les transmitieron sus familiares. Norma Mabel Benito, de 69 años procede de Argentina. Cuenta cómo sus abuelos zamoranos tuvieron que huir por la Guerra Civil y se llevaron a su padre que, por entonces, tan solo tenía dos años. "Nos hemos criado hablando con el abuelo de España".

Descendiente de zamoranos, Sebastián Rodríguez Rosseti, de 28 años, originario de Bahía Blanca, cuenta que su abuelo nació en Friera de Valverde y su abuela en Villarrín de Campos. Ambos tuvieron que marcharse separadamente por la Guerra Civil a los 15 años. Por suerte, se conocieron por casualidad en Argentina y "los volvieron a unir sus raíces comunes". Es la primera vez que viaja a España. "El hecho de que estén ellos lo hace mejor para mí". Podrá reunirse con ellos la semana que viene.

El abuelo de Mariano Pidal Rábano nació en Zamora pero se fue con 17 años. Sin embargo, pudo regresar gracias al programa Añoranza unos años atrás. Dejó a sus padres y sus dos hermanos en España y no los volvió a ver. Volvió a los 65, y aunque no pudo reencontrarse con ellos, residió con su cuñada y sobrinos durante tres meses. "Me habló mucho de Zamora, tenemos costumbres españolas en la familia, la hispanidad rodea nuestra vida diaria", cuenta su nieto.

"Estos actos me han cubierto de emoción, estoy muy agradecido", se conmueve el argentino Ricardo Fradejas Aceña, de 70 años. Él se siente "eternamente agradecido por lograr venir". Relata su historia mirando hacia el pasado: "Mi padre emigró con mi abuelo con seis años, pero como en Argentina el clima no era propicio volvió a España. A los 30 años volvió a emigrar por las convulsiones internas políticas en España y acabó generando una familia, de la cual soy el más pequeño". Hoy, él también ha formado la suya propia, a la que ha transmitido la nacionalidad española, porque "me siento orgulloso de pertenecer a esta solidaria comunidad". Es la primera vez que pisa España e incluso que toma un avión. Lleno de adrenalina y dispuesto a todo, Fradejas intenta contener su lágrimas a la vez que intenta expresar lo que siente con precisión. Lo que más le ha impactado es llegar a conocer una tierra que siempre le hizo soñar: "Desde pequeño, a través de cartas de los abuelos a mis padres y de las estampillas de las cartas nos creamos una imagen sin conocer Zamora". Una imagen emocional de un niño que, hoy, se plasma en una realidad.