En el año 2012, los técnicos del Ayuntamiento de Zamora plantearon la posibilidad de toparse con restos del antiguo cementerio judío de la ciudad durante los trabajos de adecuación de un parque en la llamada Huerta de la Frontera, en la fachada del bosque de Valorio. Sin embargo, el sepultado camposanto fue esquivo con los movimientos de tierra que se ejecutaron en el transcurso de las obras. En resumen, ni un solo hallazgo.

Con la fuerza del congreso sobre el pasado judío de la provincia como motor, los organizadores han planteado una excavación arqueológica en la zona natural, la misma que piden en la Cueva Árabe para determinar el uso original del edificio de la plaza de Santa Lucía. La exploración se completa con el baño ritual "encerrado" en la Hostería Real. La clausura del edificio impide acceder al "mikve", verificado tiempo atrás por historiadores locales.

En el caso del camposanto hebreo -cuya actividad coincidió con la importante presencia de judíos en las diferentes zonas de la ciudad- el responsable del Centro Isaac Campantón, Jesús Jambrina, afirma que "los zamoranos han de plantearse qué hacer". En su caso, Jambrina propone a los arqueólogos una excavación o, en último caso, "una exploración por georradar". Esta práctica ofrecería imágenes del subsuelo sin necesidad de remover el terreno.

Entretanto, los organizadores del congreso han colocado junto al Ayuntamiento una señalización en el bosque, que informa al visitante de la presencia del camposanto perdido, indicaciones que se extienden a otros cuatro puntos de la ciudad: plaza de Zumacal, ronda de Santa Ana y plazas de La Leña y San Sebastián, donde pudo erigirse la última sinagoga en pie de la capital.

Con una oración judía a cargo de Abrahán Haim, presidente de la comunidad sefardí de Jerusalén, el espacio ha recuperado su carácter sagrado, aunque aún falta saber dónde se ubica exactamente. La información recopilada por los responsables del Centro Isaac Campantón aclaran que el camposanto fue citado en "diversos documentos entre los siglos XIII y XIX", que sitúan su ubicación en "las inmediaciones del antiguo Convento de Santo Domingo, cuyos terrenos abarcaban el cuadrante de las calles Puentica, de los Olleros y Obispo Nieto".

La recreación de la información relativa al camposanto expone que en 1492 el cementerio de los judíos fue donado por los Reyes Católicos al mencionado convento, que en 1798 lo reclamaba como parte de sus propiedades. "Por una liquidación de arriendo en 1852 a la viuda María Alonso se conoce que el cementerio cubría 10 fanegas, o sea, 330 metros de largo por 100 de ancho o 3,30 áreas, que incluían el arroyo de Valorio", aparece en la documentación recopilada.

Los únicos restos encontrados tras la marcha forzosa de los judíos tuvo lugar en 1879, cuando aparecieron "monedas de la época del rey Enrique de Trastámara, un sello de bronce de entre los siglos XV y XVII perteneciente a una persona de apellido Gil, y un pendiente de oro cuyo dibujo se publicó en la revista Zamora Ilustrada, número 28, año 1882, y se considera propiedad de una mujer hebrea", apunta el Centro Campantón, que añade que "en varios documentos relativos a las expulsión de 1492 se citan propiedades de familias judías no lejos de esta zona".

Mientras se estudian alternativas para ubicar el camposanto, crece el interés por la naturaleza de la Cueva Árabe y los detalles del baño ritual en la cuesta del Pizarro. En el primer caso, son varios los expertos que quieren obtener más datos del estudio que en la actualidad elaboran dos profesores de la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Valladolid. De las primeras indagaciones, se desprende que el edificio, hoy en el subsuelo, nunca se utilizó ni como bodega ni como almacén. A ello se añade una peculiaridad acústica que, sin embargo, para algunos especialistas no es determinante.

En cuanto al "mikve", el Centro de Investigaciones Sociológicas se ha interesado por la ubicación y características del baño ritual. Este pequeño espacio está situado en la Hostería Real, hoy clausurada, y junto a la roca de la muralla. Dispone de varios peldaños, un metro de profundidad y está construido a cielo descubierto.