Mariano Monsalve González ha escrito el extenso libro "Montamarta. Historia y documentos de una villa milenaria", en el que analiza el origen y la historia de esta localidad zamorana.

-¿Qué le impulsó a profundizar en el conocimiento de Montamarta?

-El detonante fue una lectura donde descubrí que en el convento jerónimo que hubo en la localidad habían estado los Reyes Católicos. Confirmé el dato y tuve la necesidad de desmadejar la historia. A partir de ahí comencé a indagar en archivos. Al principio di muchos bandazos, pero me he dejado asesorar por los profesionales que trabajan en ellos que me indicaron cuál era el camino correcto. He consultado el Archivo Histórico Provincial de Zamora, el Archivo Histórico Diocesano, donde he estado mucho tiempo. Puntualmente también he examinado documentos del Archivo Histórico Nacional de Madrid, del Histórico General de Simancas, del Archivo de la Chancillería de Valladolid y del de la Catedral de León.

-En el libro aborda?

-En él hay materias completamente dispares. El libro comienza con definiciones histórico-geográficas desde el siglo XVIII de Montamarta. Toco la geología porque aparecen unas rocas que llevan el nombre de Montamarta, las Facies Montamarta; prosigo con la arqueología, pues pude tener acceso al inventario arqueológico de la localidad donde aparecen 14 hallazgos que he transcrito. Continúo con el estudio de la toponimia del pueblo a través de los apeos, documentos jurídicos, desde el siglo XV pues aparecen los nombres de los pagos, algunos de cuyos nombres se conservan, otros han evolucionado o bien han desaparecido. Ha sido un capítulo trabajoso porque busco la evolución etimológica de las palabras, una labor en la que he contado con la ayuda del catedrático de Ciencias Clásicas, Herminio de Malva. También desgrano la historia de Montamarta, desde la prehistoria hasta el siglo XX. Los libros sitúan a la localidad en 1182 y yo he logrado localizar un documento que hace referencia a finales del siglo X.

-El Zangarrón ¿aparece?

-Supone un capítulo del libro en el que hago un repaso generalizado de la máscara más pura. Dedico otro capítulo, el más extenso, a la Iglesia. Me baso en libros parroquiales y en los documentos de las cofradías, que ascendían a 15 hace cinco siglos. Montamarta tuvo dos parroquias y cinco ermitas, de las que no sobreviven ninguna aunque algunas han dado nombre a algún pago como el de San Martín o el de San Sebastián de los cuales no sabíamos su procedencia. Además, los documentos de las visitas de los obispos y las cofradías nos permiten conocer cómo se vivía.

-El monasterio fue muy relevante en la población.

-La documentación más importante se encuentra en el Archivo Histórico Nacional y queda todavía pendiente realizar un estudio exhaustivo. Yo hago una aproximación porque es una documentación muy antigua y en latín. Pese a haber ido a clases de paleografía, yo he animado a realizar esa investigación a mis tres asesores: Florián Ferrero, antiguo director del Archivo Provincial, José Carlos de Lera, técnico del Archivo Diocesano, y a Bernardo Calvo, experto en etnografía y en el mundo romano. El monasterio se empieza a construir en 1408 y estuvo activo hasta que se trasladó a los monjes a Zamora. Con la puesta en marcha del monasterio de Zamora los frailes fueron mudándose hasta la desaparición del cenobio del que ahora solo hay unas ruinas. Me gustaría que se hiciera una tesis doctoral sobre este monasterio que tuvo gran importancia.

-Mariano, ¿cuál ha sido la mayor dificultad de llevar a buen puerto este libro?

-La paleografía. Saber leer la escritura antigua porque he tenido que leer textos datados en el año 1423. Incluso he ido varios años a clases de paleografía en la Uned. Además, el libro cuenta con tres acuarelas del pueblo realizadas por la pintora Carmen Pelaz y varias fotos cedidas por amigos.