Ni rastro del mono. Ni pruebas de que su dueño fuera el joven al que denunció un hombre por el mordisco sufrido cuando paseaban por un pueblo de la comarca toresana. El macaco de La Aldehuela, al que se atribuyeron esos hechos, vuelve a la actualidad casi un año después de que sorprendiera a los zamoranos campeando a sus anchas, de árbol en árbol, por una de las zonas de recreo más transitadas de la capital.

Y es que, después de su prolongada aventura por la ciudad de Zamora, se cree que dio rienda suelta a sus instintos más primitivos: agredió a un hombre en el antebrazo izquierdo y arañó a una adolescente, extremos que no han podido probarse. Y, en el ámbito judicial, lo que no se demuestra no existe.

Bien es cierto que su supuesto propietario y sus padres terminaron en el Juzgado de Toro porque la Fiscalía Provincial les imputó un delito de "descuido en custodia de animal feroz o dañino (mono)", con resultado de lesiones, según las diligencias. Pero la juez no tuvo otro remedio que absolver a los procesados en enero de 2014 de tales infracciones, al carecer de testimonios que confirmaran que el primate residió en el municipio toresano, en la casa de la familia, y ante la imposibilidad de demostrar que un macaco fuera el protagonista de la mordedura que el denunciante padeció en el antebrazo izquierdo, y del arañazo propinado a una adolescente, lesiones ambas de menor importancia.

El herido leve no fue capaz de identificar con absoluta certeza al mono como el animal que le dio la dentellada. Ese fue uno de los argumentos utilizados por Gabino Carro Espada, el abogado de la familia a la que se atribuía la titularidad del simio y quien sostuvo que los habitantes del pueblo habían visto en la zona "garduñas, jinetas o doloncillos", animales "muy parecidos por su cola y su constitución" a los monos, lo que a su entender complicaba la identificación del violento animal.

Además, durante la instrucción el joven denunciado en ningún caso admitió ante la juez de Toro conocer los detalles del incidente que pudo ocurrir y se limitó a asegurar que si sabía que un macaco había mordido a un vecino era porque "eso dice él". Y negó haber pedido al denunciante que declarara que le había atacado un perro.

El juicio de faltas no llegó a celebrarse porque la Fiscalía, ante las dificultades para demostrar la titularidad del mono y que fuera un animal de esa especie el que mordiera al hombre, retiró la acusación. La adolescente a la que supuestamente arañó el primate ni siquiera se personó en las diligencias, mientras que el vecino del municipio toresano renunció a cualquier tipo de indemnización.