La Real Muy Antigua e Ilustre Cofradía de los Caballeros Cubicularios, orden nobiliaria creada en Zamora para custodiar los restos mortales de San Ildefonso, ha celebrado este sábado su acto anual y solemne en el que han recibido a nuevos miembros, entre ellos al almirante-general Jefe del Estado Mayor de la Armada, Jaime Muñoz-Delgado y Díaz del Río.

Los actos de esta celebración han comenzado a las 19.00 horas de la tarde con una pequeña procesión, en la que participan todos los miembros, caballeros y damas cubicularios, que parten desde el convento de las Marinas hasta la Iglesia de San Ildefonso, en la capital zamorana, separadas por apenas 40 metros.

Una vez en el templo, los nuevos miembros han aguardado en el museo de la iglesia, mientras el resto de miembros hombres y damas se han colocado en la parroquia a la espera del inicio de la ceremonia religiosa.

La iglesia zamorana ha sido así testigo de la incursión de nuevos miembros como el contra-almirante Francisco Javier Romero Caramelo Manso y Arredondo, Óscar Martín de Feito Vizán y Fulgencio, Carlos Martín de Feito Vizán y Fulgencio,Juan Prieto Corpas Cacho y Hormigos e Issac Santiago Macías y Fontanillo.

Asimismo, han recibido el lazo de dama, acompañadas de sus madrinas, María del Rosario Heras, Concepción García, Elena Güzmen y María Cruz Díaz y Diaz.

Tras la investidura de estos nuevos Caballeros Cubicularios y las damas, se ha celebrado la tradicional misa por el rito mozárabe, oficiada por varios sacerdotes, con posterior cena en el Parador.

Los Caballeros de la Cofradía visten el hábito tradicional con capa, birrete y venera, mientras que las damas acuden de riguroso luto con peineta.

Aunque los primeros estatutos que se conservan de la cofradía datan del año 1503, los orígenes de la Hermandad se remontan al siglo XIII, tras la aparición en Zamora de los restos mortales de San Ildefonso.

La orden nobiliaria se fundó con el fin de velar la tumba y las reliquias del santo que se guardan en la iglesia arciprestal de San Pedro y San Ildefonso de Zamora, que data de finales del siglo XII y principios del XIII.

En sus orígenes la cofradía pretendió salvaguardar la tumba del santo para que permaneciera en Zamora ante la intención del arzobispado de Toledo de que los restos mortales fueran trasladados a la ciudad manchega.

La cofradía, que llegó a contar hasta con un hospital de beneficencia, perdió su patrimonio con las desamortizaciones y posteriormente quedó sin actividad hasta que en el año 1967 se refundó.

Desde entonces, todos los años celebra el acto solemne de nombramiento de nuevos caballeros cubicularios.