Cuando Alstom, internacional francesa, abandonó Coreses, supuso que dejó de fabricar torres eólicas en España. Los 120 puestos de trabajo sujetos a la planta zamorana se destruyeron en el invierno del año 2013, justo una semana después del expediente de regulación de empleo suspensivo.

La empresa justificó el plan de ajuste de su negocio eólico en España en su intención de adaptarse a la profunda crisis que vive el sector en nuestro país. La multinacional zanjó que "la crisis económica y la ausencia de un marco regulatorio estable han frenado la demanda interna". Además, explica que "la exportación a otros mercados está limitada, bien por los requerimientos de producción local, bien por la fuerte presión de los precios consecuencia de la sobrecapacidad mundial". Por ello sostuvo que su objetivo era adaptar su negocio a la nueva realidad del mercado para garantizar su sostenibilidad futura. En definitiva, una empresa que a su vez daba trabajo a otras muchas y que, a juzgar por sus directivos, se marchó por la ausencia de una ley estable en la materia, algo que denuncian empresarios y productores.