El arquitecto José Miguel Merino de Cáceres aseguró ayer en Valladolid que el claustro promovido por el anticuario zamorano Ignacio Martínez «no tiene una sola pieza original», conclusión a la que ha llegado después de visitar la finca de Palamós en la que se encuentra en la actualidad tras ser invitado por el dueño de la propiedad. Durante una charla titulada «Palamós, ¿realidad o ficción?» en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Valladolid, el experto segoviano avanzó que el informe definitivo de la Generalitat, que se presentará el próximo mes de septiembre, irá en la línea que él defiende, esto es, que «todo es moderno, nada románico».

La controversia sobre las galerías de estilo románico se desató hace prácticamente dos años, cuando el profesor de la Universidad de Girona Gerardo Boto dio a conocer el claustro y defendió su autenticidad, un trabajo que ha terminado con la propuesta de la Catedral Vieja de Salamanca como origen. Enfrente, José Miguel Merino de Cáceres ha expuesto durante este tiempo distintos argumentos para probar que el anticuario zamorano Ignacio Martínez no montó las galerías a partir de piezas medievales, auténticas, sino que lo recreó desde cero en su finca del barrio madrileño de Ciudad Lineal dentro de una operación comercial.

En el Salón de Grados de la Facultad de Filosofía, Merino de Cáceres reiteró su argumentación sobre la falsedad del conjunto y fue añadiendo nuevas razones en este sentido con la ayuda de fotografías antiguas, modernas y planos elaborados por él mismo. Hasta la fecha, el arquitecto advertía de que no había visto el monumento al natural. Ayer, sin embargo, expuso su impresión personal tras visitar la finca Mas del Vent de Palamós por invitación de los propietarios. «Lo he visto, he tocado la piedra, la he dibujado, lo he medido y es todo moderno. Dejaba siempre abierta la puerta de que hubiera alguna pieza original, pero no la he encontrado. Debo ser muy torpe», ironizó el restaurador segoviano. Sobre las piedras antiguas detectadas por los arqueólogos en el primer informe de la Generalitat de Cataluña, el experto pide «que me enseñen cuáles son, todas tienen el mismo grado de envejecimiento. Es cierto que hay algunos líquenes, pero quizá producidos por la cercanía del mar».

La inspección de la obra al natural ha permitido comprobar a Merino de Cáceres que el claustro «está muy mal hecho, las fotos tapaban los defectos». El responsable de la restauración del monasterio segoviano de Sacramenia concluye que «la estereotomía de la piedra y la forma de enlazar los elementos demuestra que no está hecho por un arquitecto medieval, ellos eran unos profesionales extraordinarios».

Durante estos dos años de investigación, Gerardo Boto ha defendido que «una parte sustancial del conjunto es original». Preguntado sobre este extremo, Merino de Cáceres advierte que ni siquiera los capiteles son originales y apunta que los canteros que, según su teoría, tallaron los relieves en los años treinta «pudieron utilizar los moldes y los vaciados de los capiteles del Monasterio de Silos que se hicieron en 1909» y que «están en un almacén en de la Academia de San Fernando en Carabanchel y en la Escuela de Arquitectura de Madrid».

El experto remató su conferencia hablando de la Catedral Vieja como posible origen del claustro de Ignacio Martínez, teoría que defiende el profesor de Historia del Arte Gerardo Boto. Aquí, Merino de Cáceres explicó que «he medido y dibujado la Catedral Vieja y el claustro y la conclusión es que las galerías no caben en Salamanca» porque «los pasillos serían tan estrechos que los monjes tendrían que pasar de perfil». El arquitecto mostró a los asistentes -muchos de ellos alumnos de la facultad- una serie de planos desgranando el diseño medieval y contrastarlo con las medidas del claustro de Martínez.

Asimismo, Merino de Cáceres reveló haber hablado «con muchas personas» durante su visita a Palamós y aventura que la conclusión del informe que prepara el historiador Eduard Carbonell irá en esta línea, un documento clave para decidir el grado de protección que la Generalitat otorgará al conjunto. El restaurador reconoció que «aún faltan por saber aspectos como quién lo ha hecho, con qué finalidad y quien lo ha costeado», aunque da por terminado su aportación personal. «La investigación durará lo que quiera Gerardo Boto», añadió.