«Aprendo a leer y a contar con los Mármol» es el título del proyecto de innovación educativa puesto en marcha por el Juan XXIII, que involucra también al colegio Sansueña, de Santibáñez de Vídriales.

La base del programa es el trabajo y desarrollo de las capacidades lingüísticas y matemáticas de los niños de tres años a través de un centro de interés común, como es la Prehistoria y una peculiar y didáctica familia.

La saga prehistórica de los Mármol acompaña a los alumnos de 3 años a lo largo del curso en sus aprendizajes, «en los que lo más novedoso e innovador es la eliminación de libros de trabajo (Matemáticas y Lectoescritura) sustituyéndolos por fichas de trabajo personalizadas con los componentes de la familia, de los que también se han creado diferentes juegos manipulativos, interactivos, un blog, etc.» explican desde el colegio zamorano, ubicado en el barrio de San José Obrero.

Los niños y niñas del centro zamorano y los de la etapa de Infantil de Vidriales han compartido varios días de convivencia dentro del proyecto de innovación educativa que llevan en común durante este curso y para el que los profesores de Infantil han creado en gomaeva los personajes de la familia Mármol, con los que los alumnos se van familiarizando con los números y las letras.

Para comprobar los avances obtenidos y relacionarse con los compañeros de proyecto, los centros organizaron una salida en Santibáñez, «donde además de compartir y valorar lo aprendido, visitamos diferentes restos prehistóricos de la zona como los dólmenes de Arrabalde y Granucillo y visitamos el aula arqueológica de Morales del Rey», se pronuncian los docentes responsables.

También en la capital se han desarrollado actividades entre los dos colegios, y todos se han vestido de prehistórico para la ocasión. Así, los niños de Santibáñez de Vídriales han tenido la ocasión de visitar el colegio de Juan XXIII donde se encontraron con una cueva y pinturas rupestres elaboradas por los propios niños. Tras la jornada de trabajo, maestros, alumnos y padres trasladaron la clase a Valorio, donde desarrollaron varios juegos del proyecto educativo.

«Ha sido un experiencia fabulosa, donde los niños aprenden a relacionarse y donde ponen en práctica los contenidos educativos que previamente se trabajan en el aula. Además existe una gran implicación de las familias, que saben que la educación no es solo cosa de la escuela, sino de la buena relación que debe crearse entre la familia y la escuela», concluyen.