La Guardia Civil acudió hace ahora una semana a una antigua casa rural de la localidad de Villalonso para llevarse hasta cuatro menores, los tres hijos del zamorano Jaime Sánchez Heras que se autodenomina «Cristo» (dos de su primera mujer y el tercero de una segunda) y otro más, posiblemente, de un seguidor del grupo religioso, cuyo comportamiento durante las últimas semanas ha causado estupefacción entre los vecinos y malestar en el Ayuntamiento. La tutela de los pequeños ha pasado directamente a la Junta de Castilla y León y su «guardia y custodia provisional» descansa, de forma temporal, en los abuelos.

Corresponde ahora a la Administración regional determinar, dentro del procedimiento administrativo abierto, si los menores de edad que vivían con su padre y ahora entregados a sus abuelos, han vivido una situación de desamparo. Al mismo tiempo, el servicio de Protección de Menores deberá decidir si los niños deben continuar bajo su «guarda y custodia provisional» o si es posible emprender un programa que permita al padre volver a ejercer esos derechos.

A ese respecto, el Servicio evaluará el caso concreto, con un estudio multidisciplinar, para determinar si procede o no establecer un régimen de visitas a Sánchez Heras y si este podría volver a recuperar la tutela sobre los tres menores. Al parecer, la Guardia Civil halló a un cuarto menor de edad, posiblemente hijo de algún seguidor o seguidora del líder del grupo establecido en Villalonso.

El juez de Toro tiene en estos momentos la única función de supervisar las medidas que estipule Protección de Menores de la Junta, que está obligado a establecer medidas de protección para los pequeños respecto del padre, si estos se han visto en situación de desamparo. De hecho, la Fiscalía de Menores no ha intervenido aún, ya que su actuación se producirá «cuando se constate» tal situación, así como «que el padre no puede volver a asumir la guarda y custodia», dice textualmente el artículo 172 del Código Civil.

En cuanto al acogimiento de los niños, la Ley da prioridad a la opción de su «reinserción» en la propia familia materna o paterna, que ejercerá la guarda y custodia «cuando no sea contrario a su interés». Esta opción conlleva que cuando haya hermanos, como es el caso, permanezcan juntos. La legislación vigente especifica que la guarda «se realizará mediante el acogimiento familiar», por persona o personas que determine la Administración regional o mediante «el acogimiento residencial», situación en la que la guarda y custodia recaería sobre «el director del centro» de acogida de los niños.

En cuanto a las menores, dos de ellas cursaban estudios en el colegio toresano Hospital de la Cruz, al que acudían a diario desde Villalonso hasta hace un mes. Aunque la dirección del centro ha evitado pronunciarse sobre si acudían descalzas a clase o si las acompañaba alguna circunstancia extraña, sí que ha confirmado que el «caso» de las menores fue comunicado a la Dirección Provincial de Educación, cuyos responsables eran conscientes de que las niñas no habían acudido al centro en las últimas semanas. Hasta entonces, las escolares se relacionaban con normalidad con el resto de escolares de Villalonso, cuya zona de recreo infantil compartían a diario.

Así las cosas, la Subdelegación del Gobierno en Zamora reconoce el seguimiento diario que la Guardia Civil realiza en la vivienda de la calle Oro de Villalonso. Dicha observación, que forma parte de la «labor de rutina», se estableció después de que los agentes acudieran por orden de la Junta de Castilla y León y con autorización del juez de Toro para llevarse a los menores y dejar su «guardia y custodia provisional» en manos de los abuelos.

El líder del grupo religioso, que dice ser «Cristo» o el «Espíritu Santo», es consciente del seguimiento diario por parte de los guardias, circunstancia que define como «presión». De hecho, Sánchez Heras colocó la valla publicitaria en la zona de Vista Alegre de la capital para captar adeptos, aunque «sin prisa» porque «ahora hay presión», manifestó anteayer a este diario.

El seguimiento que se lleva a cabo tiene también su origen en el desconcierto vecinal ante la recogida de los menores. De hecho, los vecinos de Villalonso -los que viven de manera regular son algo más de una veintena- destacan el «carácter pacífico» de Sánchez Heras y sus seguidores, situación solo interrumpida por «el sonido de tambores a altas horas de la madrugada» el verano pasado. Tal y como reconoce el exempresario zamorano, la situación cambió «hace dos meses». Sánchez Heras experimentó «un cambio interior» que lo llevó a deshacerse de sus bienes, caminar descalzo por las calles y desescolarizar a sus hijas.