Desde la Red Iberoamericana de Estudio de las Sectas ya tenían constancia de los movimientos y las actividades de Jaime Sánchez, un exempresario zamorano con una carrera de negocios fallidos, que ha terminado por decir al mundo que en su cuerpo vive Cristo.

El sacerdote zamorano Luis Santamaría forma parte de esta red internacional, y desde el año 2011 tiene recogidas desde «divagaciones personales de tipo espiritual que iba dejando en foros y páginas de Internet», hasta los últimos y extraños cambios que se han producido en la casa de Villalonso en la que en la actualidad reside con dos seguidoras.

El perfil, tanto del líder como de las actividades que lleva a cabo, coinciden según el experto con los pasos que siguen organizaciones de este tipo, y que «no se pueden tomar a broma. Estamos hablando de una persona que se cree Dios y que piensa que tiene una misión superior. Me preocupan las consecuencias de hasta dónde pueda llegar», subraya Santamaría.

Su preocupación se basa en la experiencia que le brinda el conocimiento de otro tipo de sectas similares, «que comienzan de la misma manera, con parecidas llamadas, y que han terminado en suicidios colectivos», apunta el joven sacerdote, que se pregunta «a quiénes llama a través de esa valla, y para qué. ¿Para una transformación? Es posible que esos actos puedan tener consecuencias físicas», asegura.

Tras 15 años de estudio de este tipo de organizaciones, a Luis Santamaría le salieron de ojo las ideas y doctrinas que el zamorano Jaime Sánchez Heras proclamaba a través de Internet, «y de otro tipo de soportes, como carteles llamando a la meditación, al descanso...».

Estos son precisamente algunos de los pilares en los que basan este tipo de grupos, que según el experto siempre tienen relación con la unión con la naturaleza (de ahí que vaya descalzo, para sentir la tierra, o que coma solo alimentos crudos y naturales) y las terapias (ha convocado a varios retiros y jornadas de meditación).

El estilo, explica Santamaría, no ha sido inventado por el zamorano y sus seguidores, «se basa en el secretismo, en el movimiento new age, la nueva espiritualidad... ya solo el nombre de la casa en la que se alojan de una pista, Siete chakras».

El joven Jaime Sánchez, que afirma tener 33 años, la edad de la muerte de quién afirma ser, Cristo, reprocha a los cristianos el hecho de no vivir la fe y de que «todos están bautizados, se casan por la iglesia, pero luego no siguen la doctrina de Dios», lamenta, y se refiere en especial a la Semana Santa, «la gente solo la espera para emborracharse, para pasárselo bien, cosas que después no les llenan, y por eso tienen luego conflictos internos, lo que les falla es la fe, lo más básico», afirma.

Su actual domicilio, una antigua casa rural alquilada, está plagada de simbolismo, con alusiones a Cristo y despojada de la mayoría de enseres propios de una casa, apenas unos sillones, un ordenador y una cadena de música forman parte de un escenario en el que no faltan las velas.