La última entrega de los Premios Martín Luther King en Long Island (Nueva York) ha tenido acento zamorano con el reconocimiento a Gil Bernardino, fundador del Círculo de la Hispanidad, un proyecto que el propio galardonado califica de «quijotada». Esta distinción reconoce la labor en la ayuda comunitaria a los más necesitados y Bernardino es todo un maestro, de profesión y de devoción, en ese ámbito, ya que durante casi cuarenta años ha atendido las necesidades de la población hispana en Nueva York con el objetivo «de romper el ciclo y dar a nuestra comunidad un futuro mejor. El progreso educativo conlleva el posterior profesional e incluso político», vaticina.

Reconoce que la figura de Luther King ha sido «fuente de inspiración» para su vida. «No solo luchó por los derechos civiles de la comunidad afroamericana, sino en contra de la injusticia, la explotación y el racismo de todos los colores», relata. Pero con mayor cariño recuerda la figura de uno de sus profesores en Benavente, Manuel Paino. «Fue modelo para mí en sentido de dedicación a sus alumnos, me influyó de forma inconsciente en mi trabajo», destaca.

Definitivamente, 2014 está siendo el año de los reconocimientos a la gran labor social que desde hace décadas está desarrollando este zamorano, natural de Tapioles, con la comunidad hispana. Esta misma semana recibía la noticia de que iba a formar parte del proyecto «100 españoles», una iniciativa llevada a cabo por la Asociación Fusionarte con la que se promociona el capital humano español a través de emigrantes que han logrado alcanzar el éxito en sus distintas profesiones. «La vida a veces nos bendice con cosas agradables e inesperadas», agradecía el zamorano. Será en mayo cuando se celebre en Madrid una gala homenaje, y su historia, junto a las de los otros 99 compatriotas, formará parte de un libro y de una exposición fotográfica.

El gran proyecto del Círculo de la Hispanidad nace a raíz las carencias que el propio Bernardino observó en la comunidad hispana a su llegada a Estados Unidos a principios de los años setenta, sin saber inglés, ya que su segundo idioma de estudio había sido el francés. Lo que iba a ser una estancia provisional de un año para apoyar a la familia de su primera mujer tras el fallecimiento de su suegro, se convirtió en todo un proyecto de vida. «Cuando comencé a dar clase en la escuela de adultos escuchaba todas las carencias de los hispanos en esta sociedad», recuerda. Un duro golpe para alguien ilusionado «con vivir en un país en democracia», por la que había luchado en España.

Ese sueño se ha visto cumplido con creces, pues el Círculo de la Hispanidad agrupa una veintena de programas que van desde la prevención de la delincuencia hasta acogida de víctimas de violencia de género, cursos de inglés, apoyo escolar, clases de baile o asistencia a enfermos de sida. Alrededor de medio centenar de profesionales hacen posible que todo este engranaje funcione.

De todos estos programas, la escuela Evergreen es uno de los de mayor reconocimiento. Con 300 alumnos, cada año hay una inmensa lista de espera. «El curso pasado tuvimos 250 solicitudes para solo 50 nuevas plazas», apunta el zamorano. La junta directiva que dirige el centro es la que se encarga de confeccionar el currículo académico. En este caso, además del aprendizaje del español, el respeto por la naturaleza es otro de sus mandamientos. De hecho, «es el primer centro construido de manera ecológica en el estado de Nueva York por una organización sin ánimo de lucro que ha recibido la certificación Oro», señala Bernardino, quien explica el deseo de que sus alumnos, la mayoría pertenecientes a familias de clase trabajadora, «entiendan que el mundo es más que su comunidad, que respetarla es importante, pero que también hay que respetar el planeta».

Tanto trabajo y dedicación no le alejan, ni mucho menos, de sus raíces zamoranas. No falta a su cita en verano y navidades con sus amigos y familia. De hecho, aprovechó una de sus últimas visitas para casarse en el corral de su pueblo y celebrar luego en el Parador Condes de Alba y Aliste el banquete. «Mis amigos de Estados Unidos se fueron encantados con el trato», subraya. Socio del Zamora CF, -«quiero apoyar al equipo y a la gente de mi tierra», apunta-, abre también las puertas del Círculo de la Hispanidad a los estudiantes de la Escuela de Magisterio del Campus Viriato que deseen completar su formación en el centro. «Si están interesados, tan solo tienen que ponerse en contacto conmigo (gbernardino@cdlh.org) para venir a hacer prácticas en nuestra escuela», invita. Una experiencia de la que ya han disfrutado estudiantes de la Universidad Autónoma de Madrid. Enamorado de su tierra, Gil Bernardino aconseja, para terminar, que es necesario un presupuesto para promocionar más intensamente Zamora. «Tenemos los mejores garbanzos, sin duda, pero también unos quesos maravillosos y unos vinos de calidad que hay que aprender a promover», apuesta.