Con sonrisa permanente en los labios, la dominica Cristina Antolín sabe trasmitir el lado más positivo de sus vivencias como médico en Camerún. Estos días está en Zamora, invitada por Manos Unidas, para ofrecer su visión sobre el futuro de África.

-¿Qué aporta con su testimonio en sus viajes a España?

-Lo primero es dar a conocer a la gente ese otro mundo del que tan poco se sabe, porque solo sale en los medios cuando tiene grandes problemas, pero nada sobre su día a día. También sirve para decirle a la gente que seguimos necesitando la ayuda para el desarrollo de los pueblos. Con su colaboración se trabaja, porque con ese pequeño granito de arena se consiguen grandes cosas.

-¿Qué es lo que más sorprende en sus conferencias?

-Cuando hablo de que faltan cosas tan habituales como el agua o que aún se cocina con leña. Sobre todo se sorprenden los niños. También les impresiona, como me ocurrió a mí cuando llegué allí, que nunca pierdan la sonrisa y la alegría, a pesar de la situación que están viviendo, aceptándola pero con esperanza.

-¿Su formación médica ayuda a la hora de desarrollar su trabajo?

-Es muy importante, porque junto con la educación, la salud es una de las necesidad más acuciantes en África. El ser médico te permite llegar a todos los estratos sociales, pero sobre todo a aquellas personas que no tienen acceso a los hospitales.

-En sus 28 años de experiencia en el continente, ¿se nota la evolución en África?

-Yo llegué a Camerún hace catorce años, después de estar en el Congo, y aunque las estructuras no han progresado mucho, donde estamos los misioneros sí se ve la evolución. Hemos pasado de esterilizar con una olla a presión a tener nuestro propio hospital.

-Fue en 2008 cuando se inauguró el Centro Hospitalario Dominicano San Martín de Porres.

-Lo conseguimos entre cinco congregaciones dominicas. El lema de este año de Manos Unidas es «Un mundo nuevo, un proyecto común» y nosotros hicimos algo similar con este hospital, para dar un mejor resultado en equipo. La gente acude con total confianza, tenemos una muy buena calidad de cuidado y sobre todo una accesibilidad para la gente más pobre.

-¿A cuánta gente puede atender el hospital?

-Empezamos trabajando treinta y ahora ya somos 120 profesionales. En 2009 tuvimos cerca de 16.000 consultas y el pasado año subió hasta 50.000. Contamos con todos los servicios, desde cirugía a maternidad.

-Eso en la capital, Yaounde, pero, ¿en las zonas rurales?

-Los fines de semana nos acercamos un grupo de profesionales con voluntarios a pueblos más alejados, donde ni siquiera tienen un dispensario. Llevamos con nosotros desde un laboratorio ambulante hasta un farmacia. Es un trabajo precioso, porque aunque vuelves cansada, estás satisfecha de haber podido acercar ese derecho a la salud a los demás.

-¿Cómo llega la colaboración de Manos Unidas?

-Desde hace años, nos conceden los proyectos que demandamos, sobre todo de salud. Manos Unidas es una ONG a la que aprecio. Y es un ejemplo de que todo lo que se da llega allí, es una institución totalmente fiable.

-¿El gobierno nacional se implica en este tipo de proyectos?

-Ayudas se reciben muy pocas por su parte, pero en materia de salud al menos nos dan los tratamientos para el sida y la tuberculosis, además de las vacunas. Están muy satisfechos con nuestro trabajo.

-¿Se nota menos ayudas en los últimos años por parte de administraciones españolas?

-Se nota mucho la disminución de ayudas en materia de cooperación al desarrollo. Buscar fondos públicos es cada vez más complicado.

-¿Qué piensa cuando viene a España y oye hablar de crisis?

-(Risas) Me río internamente porque realmente no se sabe lo que es realmente crisis. Aquí, en general, no falta lo básico. Y si es así, todavía hay ayudas que sostienen a las familias. En África se está en una crisis permanente, aunque espero que no eterna, donde falta lo esencial. La crisis más importante aquí es la interna, nos ha abrumado de tal manera que nos ha invadido el pesimismo. Allí, a pesar de las dificultades, la gente está feliz. Falta esa esperanza que tienen los países del sur. Además, el valor de la solidaridad en el africano es increíble.

-¿Qué es lo más gratificante de su trabajo?

-El ver cómo la acción que estamos haciendo está salvando vidas, la satisfacción personal de sentirse necesaria y que tu trabajo esté dando sus frutos. Pero, sobre todo, el agradecimiento de los pacientes.