Están realizados en granito en la segunda época del Hierro, por lo que pueden fecharse entre el siglo IV antes de Cristo hasta el siglo IV después de Cristo, aproximadamente. Representan bien a toros o bien a cerdos. Son los verracos, unas piezas escultóricas zoomórficas que han sido escogidas por el Museo de Zamora para ser la pieza del mes del nuevo año.

Estos elementos están relacionados con la cultura vettona, tan presente en el sur de la provincia zamorana, de Salamanca, de Ávila y de Toledo así como el norte de Cáceres, pero en Zamora predominan «los ejemplos de toros, mientras que en el norte de Cáceres los cerdos», indican desde el centro cultural provincial, donde apuntan que una de los tres unidades que se exponen en la sala de Romano, en concreto una de Villalazán «es un cerdo y el lugar donde apareció se denominaba la marranica».

Estas esculturas podían ser hitos territoriales o delimitadores de propiedad. «Cuando alguien paseaba por una zona y lo veía sabía que no podía acceder a esa tierra», ejemplifica desde el Museo de Zamora. Además otra teoría aboga por su relación con un significado religioso y otros expertos lo identifican con un elementos funerarios, un uso que comienza unido a la romanización. «Con los romanos el verraco cambia su funcionalidad y comienzan a emplearse como estatuas funerarias con inscripciones», ahondan. Es el caso del verraco con epitafio en memoria de Frontón que puede contemplarse en el centro cultural, un ejemplo en el que todavía se aprecian ciertos caracteres.

Geográficamente las piezas se concentran en la provincia en los términos de Muelas del Pan, Villalcampo o Villardiegua, aunque uno de los verracos más conocidos corresponde al del Puente de Piedra de Toro.

En las esculturas descubiertas en Zamora, antes en hallazgos casuales y en tiempos más cercanos fruto de excavaciones reguladas, planificadas y autorizadas, según el experto Gregorio Manglano, que está haciendo su tesis doctoral sobre estas piezas, abundan «las figuras de toro pequeñas de carácter funerario que, muchas de ellas, presentan epigrafía». El tamaño suele oscilar entre los 30 y 40 centímetros de longitud en el caso de las esculturas localizadas en el territorio zamorano. «Presentan un tamaño reducido, aunque hay en otros lugares que tienen mayor dimensiones sin duda por los recursos de las zonas», remarcan desde el Museo de Zamora.

Los verracos los confeccionaban canteros especializados, unos grupos de escultores que se movían por los poblados y eran solicitados por las élites. Su labor comenzaba extrayendo de la roca la pieza de granito, después elaboran la forma de la cabeza, el cuerpo para proseguir por las patas y el rabo. Por último eliminaban la parte del vientre y de las extremidades. Además, cuando los utilizan como pieza funeraria, «cupae», situaban debajo de la escultura cenizas, describen.

Los verracos han sido reutilizados con distintos significados. Así se han localizado unidades en la muralla de Ávila, en distintas casas señoriales de la provincia salmantina y de la abulense e incluso «durante la etapa del emperador Carlos V eran figuras de mofa a los comuneros», apuntan desde el Museo de Zamora al tiempo que recuerdan que el toro sigue presente en numerosas culturas y como ejemplo la exposición de la tauromaquia, cuya evolución en fotografías centra una muestra en la sala de exposiciones temporales del centro cultural.

La pieza seleccionada puede conocer de manera gratuita a través de una explicación guiada de martes a viernes a las 13.00 horas y los fines de semana dentro del recorrido guiado por las dependencias del Museo de Zamora en «VenQueTeCuente», sábados a las 17.30 horas y domingos a las 12.30 horas.