«Gracias a todos sacerdotes y a todos fieles cristianos que formáis la comunidad reunida en el nombre del Señor», dijo ayer en el obispo de Zamora, Gregorio Martínez, en su homilía en la eucaristía de acción de gracias por el 50 aniversario de la parroquia de San José Obrero. Medio siglo «es mucho tiempo, mucha vida y muchos momentos» y «lo que se ha hecho hasta ahora es un acicate para lo que se ha de realizar», manifestó el obispo en su intervención en la que recalcó que «las parroquias son presencia del Señor en medio del mundo, en medio de los barrios, en medio de la gente».

El prelado concelebró la misa con muchos de los sacerdotes que han ejercido su ministerio en esta parroquia desde el 19 de enero de 1964, fecha en la que fue inaugurada, salvo Eleuterio Fernández, que no puso asistir y los fallecidos José Carlos Rodríguez y Manuel Luengo Tapia.

La celebración abarrotó el templo de feligreses, personas vinculadas con el movimiento vecinal del barrio e incluso contó con la presencia de antiguos sacerdotes que pasaron por esta parroquia y que luego colgaron la sotana. En la eucaristía participaron activamente los distintos colectivos parroquiales, desde los dos coros, unidos en uno solo para la ocasión, los niños de comunión y de confirmación, los monitores de los campamentos de verano, representantes de Cáritas parroquial, las religiosas del Amor de Dios, integrantes del Centro de Cultura Popular o las señoras de la limpieza, encargadas de ofrecer el vino y el pan.

Previamente uno de los actuales párrocos, Luis Miguel Rodríguez Herrero, reconoció que «se ha mirado a esta parroquia con cierta envidia porque hacíamos las cosas bien, pero en otros momentos la parroquia ha sufrido porque ha sufrido la sociedad». Este presbítero fue de los primeros jóvenes que recibió la confirmación en San José Obrero. «En 1967 se produjeron las primeras confirmaciones y en dos días recibieron el sacramento 621 muchachos, yo entre ellos», dice mostrando el libro que lo acredita. «Había muchas catequistas y como no existían locales nos reuníamos en sus propias casas alrededor de la camilla, a veces con los niños y el marido». «Recuerdo que utilizamos unas escuelas donde se hacían actividades y festivales ... era una vida parroquial muy activa», explica este sacerdote que desde hace un lustro tiene la responsabilidad de la parroquia.

En un radiografía de la comunidad de San José Obrero, Luis Miguel Rodríguez atestigua que «somos de las parroquias de Zamora que estamos viviendo intensamente la ayuda a los necesitados». También manifiesta su preocupación por «el mundo de los mayores, una población en aumento», y por «las personas con discapacidades». Respecto a la feligresía, integrada por una población de 5.500 personas, alude a dos ámbitos, por un lado «los mayores, de 75-85 años, que viven en las casas de una sola planta o las viviendas de Sindicatos» y luego «aquellos que residen en edificios y urbanizaciones nuevas, familias jóvenes que tienen hijos. Estos son los niños que vienen a catequesis y con ellos acuden sus padres y abuelos». Además, en la vida parroquial «los grupos se han estabilizado y se intenta que la catequesis vaya adelante. Este año se confirmarán 40 y harán la comunicación unos 48 pero en 2013 hubo 42 entierros y solo 20 bautizos. Antes la gente estaba más cercana a la parroquia», manifiesta mientras que su rostro evidencia tristeza y añade: «Vivimos con mucha esperanza y a ver si la parroquia va recuperando los momentos que en otros momentos vivió. Es un período donde predomina el verde», comenta entre risas, en alusión a los brotes verdes.

Durante 23 años estuvo al frente de la iglesia que dio nombre al barrio de San José Obrero el sacerdote Benito Peláez. «Desde 1972 a 1995», menciona al tiempo que precisa que «la parroquia que me encontré estaba muy viva porque Ángel Bariego y los sacerdotes que estuvieron con él su acción la había dirigido a la renovación de la iglesia en su interior, la liturgia, la cáritas y la catequesis, y trabajaron mucho en el barrio. Ellos en gran parte posibilitaron que la gente tomara conciencia de barrio». «Yo cogí su antorcha y seguí en la misma dirección. Trabajamos mucho con los grupos y luego apoyamos el Desarrollo Comunitario e incluso un grupo de la parroquia asumió la directiva y lo revitalizó». En esta misma línea se manifiesta Marcelino de Dios, quien fuera vicario parroquial desde 1978 a mitad de los 80. «Empezamos a trabajar muy seriamente desde una asamblea. De ahí surgieron muchos grupos y se comenzó a mover el barrio de tal forma que las fiestas recuperaron su auge y tuvo más fuerza la acción social». « La iglesia y la asociación han llevado un camino paralelo a lo largo de sus historias. En algunos momentos los párrocos estuvieron implicados en el colectivo, como Ángel Bariego, e incluso le debemos el nombre del barrio a la iglesia», concreta el presidente de Desarrollo Comunitario de San José Obrero, Ángel Calleja.

El templo surgió en 1964 debido a la gran expansión que la parroquia San Lázaro, que abarcaba hasta la actual Alberca, como consecuencia de la llegada de gentes a la ciudad desde los pueblos. El diseño y la ejecución de la iglesia los efectuó el arquitecto zamorano Dacio Pinilla, quien apostó por una nave principal y una lateral secundaria, que se conservan. El edificio, construido por los hermanos Cano en un terreno que perteneció a Manuel Redoli, «responde a las iglesias que se hacían en su época, sin alarde arquitectónico ni artísticos por la manera de comenzar a entender la arquitectura religiosa en la década de los 60», detalla Rafael García, investigador de arquitectura religiosa del siglo XX en Zamora. El experto estima que lo más destacado de la parroquia, que ha renovado la cubierta y el color de las paredes desde su apertura, «es el volumen» y «ha envejecido muy bien, sin grietas en su estructura, tiene una concepción sencilla y ejecución sencilla, por lo que es bastante atemporal».