El zamorano Luciano López Gutiérrez acaba de publicar un volumen que ahonda sobre el léxico que empleó el escritor vallisoletano Miguel Delibes, tras haber brindado a los lectores de LA OPINIÓN-EL CORREO DE ZAMORA la oportunidad de descubrir alguna de las palabras en desuso en castellano.

-¿Cuál fue su primer acercamiento a la creación de Miguel Delibes ?

-Como tantos españoles yo empecé a leer a Delibes en el antiguo Bachillerato. La verdad es que me gustó y además me era bastante familiar su lenguaje. Posteriormente, ya ejerciendo como profesor, se lo recomendaba a mis alumnos, con los que me he divertido bastante hablando sobre sus libros, alguno de los cuales incluso lo leíamos juntos de forma dramatizada. Gracias a las preguntas de los chicos me di cuenta de que había palabras, hermosas y expresivas que a ellos no les resultaban tan familiares, así que decidí estudiarlas y glosarlas.

-¿Qué le ha impulsado a gestar «En torno a las palabras de Delibes»?

-La admiración por el escritor, uno de los más grandes estilistas del castellano, un clásico que ha sido nuestro contemporáneo, y, sobre todo, el amor a unas entrañables palabras, que son patrimonio de las gentes del pueblo, de los pastores, de los labradores, de los cazadores y de las humildes amas de casa.

-El volumen lo prologa Luis Mateo Díez. ¿Cómo surgió esta colaboración?

-Personalmente yo no conozco al escritor leonés, aunque me interesa mucho su obra. Tenemos algún amigo en común, que le propuso la redacción del prólogo, cosa que aceptó rápidamente.

-El académico de la Real Academia Española indica que pocos escritores han llevado las palabras de la realidad y de la vida a lo literario y precisamente el léxico empleado por Delibes usted lo ha desgranado en varios campos como el habla del labrador o la caza.

-Luis Mateo ha captado perfectamente el espíritu que anima el libro, la capacidad de don Miguel para trasvasar a la literatura el lenguaje de la gente, en cuanto a las palabras que usa y también en cuanto a la reproducción del ritmo del habla coloquial, quizás gracias a que el escritor poseía un oído extraordinario para, tal vez de forma intuitiva, dar cuenta del ritmo del habla conversacional. Los aspectos de los que me ocupo en la introducción reflejan otras tantas facetas de extraordinaria importancia en los libros del escritor de Valladolid. Evidentemente aparecen textos de don Miguel para autorizar el significado de los vocablos y porque el libro pretende ser una pequeña antología de las excelencias que puede alcanzar el castellano en uno de sus grandes cultivadores, las citas, en definitiva, son joyas refulgentes que esmaltan el texto de un humilde servidor.

-Delibes nos ha transmitido muchos dialectalismos. ¿Qué le ha hecho incluirlos en el volumen?

-Delibes tenía mucho de dialectólogo aficionado y estaba convencido de que hay palabras para las que es difícil encontrar un sinónimo por su precisión o por su expresividad fonética. De ahí que incluyera, sin complejos, en sus escritos términos como banzo, bálago, baribañuela, carama, cimarra, o chamoso, unos términos que contribuyen a intensificar el realismo que trasmiten los personajes que llevan su impronta y que hay que glosar para que todos los lectores los comprendan de manera cabal.

-El glosario ha conllevado una amplia tarea que ha compartido con los lectores de La Opinión. ¿Cómo comenzó su gestación?

-La publicación de algunos fragmentos en La Opinión-El Correo de Zamora con el título de «Palabras que agonizan» ha contribuido mucho a la difusión de mi estudio, hasta tal punto que entré en contacto con varias personas interesadas en el asunto con las que intercambié pareceres. Incluso me hicieron una entrevista en TVE para la realización de la cual Blecua, su director, hizo abrir las puertas de la Academia, ex profeso, en una calurosa tarde de agosto. Las palabras elegidas son las que pueden revestir cierta dificultad para los lectores por conectarnos con mundos que agonizan. He tenido también muy en cuenta su carácter evocador y su expresividad, ya que el glosario no es un frío repertorio de vocablos, sino que, mediante sus comentarios de distinta índole, antropológicos, cinegéticos, sobre curiosidades lingüísticas y literarias, pretende instalarnos en los campos de Castilla, que entremos en contacto con su flora y su fauna, que viajemos a un tiempo de animación en las eras y bullicio en los rastrojos.

-De todas ellas para usted, ¿cuál es la más especial?

-Es como preguntar a qué hijo quieres más. Se me ocurren algunas como «zorronglón», «zurriburri», «besana», «cellisca», «cija», «roncear», «arcabuco» o «moheda».

-Los americanismos también están presentes en la obra ¿por qué?

-Delibes hizo un largo viaje a América y le impresionó mucho el español que se hablaba allá. Por otra parte, gran parte de «Diario de un emigrante» está ambientada en Chile.

-La bibliografía utilizada es muy amplia desde Corominas, Menéndez Pidal, Agapito Modroño hasta García Calvo.

-El libro está muy documentado, lo que no impide que sea amena su lectura. Agustín García Calvo fue profesor mío en la Complutense y, con toda seguridad, la persona que más me ha impresionado intelectualmente. Tuve la ocasión de hablar varias veces con él sobre las palabras que iba recogiendo en mis pesquisas dialectológicas y me animaba a seguir esa labor, la de recopilar voces terruñeras, como él decía, algunas de las cuales él incluye en su «Manifiesto de una comuna antinacionalista zamorana». Por su parte, Agapito Modroño es amigo de mi familia desde que yo tengo recuerdos y sus relatos costumbristas me son muy útiles porque recrea literariamente el habla popular terracampina.

-La publicación cuenta con la coedición de la Fundación Delibes. ¿Cómo se embarcó en el proyecto y cómo ha sido el proceso hasta que el libro ha salido al mercado?

-Yo me puse en contacto con ellos y se mostraron bastante interesados. El texto que yo les envié ha sido leído por algún académico y ha sido revisado por Amparo Medina-Bocos, una editora de varias novelas de Delibes. Además, también me gustaría presentar mi volumen en Zamora.

-Luciano, ¿en qué está trabajando en estos momentos?

-Estoy rematando otro ensayo sobre los Siglos de Oro, que en este caso versa sobre cómo se vivía el amor y el sexo en tan fascinante época de nuestra historia y sigo indagando sobre las palabras y las costumbres.

Villalpando, 1959

Es Doctor en Filología Hispánica por la Universidad Complutense de Madrid con una tesis sobre «la poesía satírica y burlesca de los Siglos de Oro». Gran conocedor de los siglos XVI y XVII, es autor de artículos sobre la literatura de este periodo que han aparecido en el Boletín de la Real Academia Española, Dicenda, Revista del Literatura del CSIC o La Perinola. Ha publicado, entre otros títulos, «Esbozo para un vocabulario de la Tierra de Campos zamorana» y «Portentos y prodigios del Siglo de Oro». Es profesor de Bachillerato, actualmente es jefe de departamento y da clases de Lengua castellana y Literatura en el Instituto Iturralde de Madrid.

-Desde su punto de vista de docente, ¿Delibes está divulgado correctamente entre las nuevas generaciones?

-Sí está divulgado, pero creo que debiera estarlo más. Precisamente mi libro puede ayudar a que sea mejor comprendido por los jóvenes. Creo que sus relatos de ambientación rural o provinciana son utilísimos, quizás más que sesudos manuales de historia, para que se hagan una perfecta idea de cómo se vivía y pensaba en Castilla y León hasta hace bien poco tiempo. Por otra parte, su constante búsqueda de la palabra exacta y los valores éticos que trasmiten sus obras, como el amor a la naturaleza, la sed de justicia, la defensa de los débiles y desvalidos, la recusación de los fanatismos, la defensa de la libertad, son de un innegable interés didáctico y social.

-De todos los textos firmados por Delibes aquel de obligada lectura en su opinión corresponde a?.

-Delibes, lo cual es casi imposible, es autor de un puñado de obras maestras, los diarios, «Cinco horas con Mario», «Las guerras de nuestros antepasados», «Las ratas», «Los santos inocentes» o «El hereje». Por deformación profesional, pensando en los muchachos que se inician en la obra del escritor, creo que ya en Primaria pueden leer el encantador libro titulado «Tres pájaros de cuenta» y después me parecen dos auténticas joyas «Viejas historias de Castilla la Vieja» y «El camino».