«Lo que más me enamoró fue ver la pasión que tenían Maite y Roberto por sus vinos, como los sentían, como los vivían». Así explicaba Francisco Rivera Ordóñez su entrada como socio en la bodega de Morales de Toro Liba y Deleite, que elabora los vinos Acontia. Se encontraba en ese momento en el Colmado, un bar que está al lado de San Juan, disfrutando tras el paseo por el Casco Antiguo de Zamora, de una relajada charla con su mujer, Lourdes Beatriz Montes Parejo, y su grupo de amigos, entre los que estaban también la responsable de la bodega, Maite Geijo, su marido, Roberto Martín y el hermano de éste, el extorero Gustavo Martín. Amable con todo el mundo, Francisco atendía las peticiones de la gente para sacarse una instantánea a su lado y también ofreció sus impresiones sobre distintos asuntos, aunque no los relacionados con la parte más amarilla del «papel couché», aunque su condición de matador de toros, hijo de Paquirri y Carmen Ordónez y exyerno de la Duquesa de Alba, entre otras circunstancias, le han dado todas las papeletas para convertirse en un personaje permanentemente de moda: «¿Le agobia ser un personaje famoso o uno se acostumbra a la prensa rosa?. No te acostumbras, pero bueno, hay que saber llevarlo. Como en todos los mundos hay gente buena y gente mala».

Francisco Rivera y su mujer visitan a menudo la bodega de Morales de Toro: «Cada vez que tenemos oportunidad, nos escapamos. Lo que pasa es que a Zamora no hemos venido mucho, a mi me gusta más estar en el campo». Reconoce que fue la ilusión de Maite y Roberto la que le llevaron a entrar en un mundo, el del vino, del que desconocía casi todo y del que está aprendiendo mucho, en una bodega que considera, además «especial, con esa denominación de roble español». Los vinos Acontia se sirvieron, de hecho, en su boda.

El torero conocía ya Zamora, precisamente de las tres o cuatro tardes en que la profesión le trajo hasta el coso capitalino: «He toreado aquí tres o cuatro veces. La verdad es que el día que toreas no puedes dar un paseíto tan tranquilo como hoy, pero Zamora me encanta. Y tengo muy buenos recuerdos de la plaza. Se dan pocos toros aquí, es una pena, porque hay una afición buena».

Retirado de los ruedos desde octubre del año pasado, Rivera se sigue considerando torero. «Te retiras de activo, que se dice, pero el que es torero lo es toda la vida, y lo llevamos dentro. Lo que pasa es que esta profesión no se puede desarrollar durante toda la vida y tiene que llegar algún día que la dejes. Exige un sacrificio brutal personal, exige una forma física, exige un esfuerzo mental absoluto? tienes que dedicarle de 24 horas al día 29 y bueno, después de 18 años de alternativa, de 1.500 corridas de toros creo que me he ganado al menos el derecho a decidir hasta cuando». Muchos vuelven: «Se dan muchos regresos: sí. Porque esta profesión es la vida; en mi caso es mi vida y la verdad es que me cuesta vivir sin el toro, sin pensar que voy a torear. Un día alguien a quien quiero mucho me aconsejó, me dijo, Francisco, de las profesiones así cara al público, te tienes que ir tres o cuatro años antes de que te echen y bueno, yo he pensado, le he dado muchas vueltas y ha sido el momento de irme».

Rivera Ordóñez no es de los que crea que los toros están en crisis: «La fiesta está viviendo un momento increíble por el abanico de toreros que hay con conceptos distintos del toreo. La crisis está quitando un poco pero la gente está yendo a los toros, mucha gente joven».

Si reconoce que «estamos viviendo una época en que el toro está recibiendo un ataque vehemente, desorbitado. Más que nada orquestado». Y tiene su interpretación del asunto: «Yo creo que han cogido al toro como un arma política arrojadiza y nos estamos llevando todos los palos. Pero no tiene sentido, la verdad, que alguien proteste en contra del mundo del toro, las corridas de toros y mucho más si ese alguien dice que ama al toro: mire usted, sin las corridas, desaparecería el toro». Y suelta argumentos: «El mundo del toro da de comer directamente a muchas personas e indirectamente al doble; acabarían con una industria de las grandes de España. Además lo que representa, el toro es cultura y forma parte de la cultura española: pintura, literatura, escultura?la evolución de España va ligada al toro». Hoy visitará Toro.