Un grupo de alumnos y profesores de la Escuela Politécnica de la capital ha creado una máquina para obtener biodiésel a partir de aceite, y que obtiene el combustible a un precio aproximado de 40 céntimos el litro, contando con el gasto energético del aparato, que además es bajo.

Con 25 litros de aceite, 5 litros de alcohol y 450 gramos de hidróxido de potasio, la máquina obtiene de 22 a 23 litros de biodiésel en 24 horas. «Lo suficiente como para alimentar una caldera de calefacción en un largo invierno», subraya Roberto García Martín, investigador principal del proyecto de «Planta piloto para biodiesel a partir de aceites limpios», financiada a través de la cuarta convocatoria TCUE (Transferencia de Conocimiento Universidad Empresa) que concede becas para el desarrollo de proyectos y prototipos orientados al mercado, además de una subvención de la Junta y de la propia Universidad.

Los dos alumnos que han recibido la beca y que han trabajado en el prototipo son Álvaro Vaquero y Havier Brezme, apoyados por los profesores de la Escuela Auxiliadora García, Soledad San Roman y Ana Vivar.

El coste del prototipo, realizado en su mayoría con materiales «reciclados», procedentes del laboratorio de la Escuela Politécnica, ha sido de 1.500 euros, aunque la fabricación posterior de unidades para la venta rondaría los 1.200 euros, «ya que la creación de un prototipo siempre es más cara, aunque hayamos utilizado material de la universidad con el que ya contábamos».

La materia prima utilizada por el grupo es aceite de cocina usada que les proporciona un restaurante de la zona, aunque es posible utilizar aceite de soja o colza, limpia o usada, «y sigue saliendo un combustible barato», afirma.

Aunque el responsable del proyecto insiste en que «no hemos inventado nada», lo cierto es que el grupo ha logrado más eficiencia y realizar el proceso un espacio más reducido, con lo que se hace posible que el aparato, del tamaño de un frigorífico, se pueda tener en casa. «La idea es hacerlo aún más pequeño, del tamaño de una lavadora, o mantenerlo igual y aumentar la productividad a 50 litros», explica García Martín, que insiste en la idea de transferencia de tecnología que tiene la Escuela Politécnica, «lo único que nosotros hemos intentado es dar forma a una preocupación que tiene la gente: hacer un combustible más barato y menos contaminante, muchas personas lo hacen en su garaje con sus medios, nosotros intentamos crear una tecnología accesible a todo el mundo», afirma el investigador.

La tecnología de los coches modernos impide que el biodiésel que se obtiene sea beneficioso para estos motores, pero su uso es muy extenso y llega a todo tipo de motores industriales y agrícolas (tractores, bombas de agua), generación eléctrica (generadores eléctricos, pequeñas plantas..) o calderas de calefacción, sobre todo en zonas rurales, aunque los investigadores no descartan que se pueda utilizar en los domicilios de la ciudad.