La crisis económica ofrece múltiples vertientes, muchas de las cuales se centran en la deriva que vive el mercado inmobiliario como consecuencia del fin de la burbuja inmobiliaria, causa fundamental de la mala situación económica que en estos momentos atraviesa la provincia y el país. Los datos que indican que las hipotecas concedidas por los bancos no dejan de descender son una constante en los últimos meses ya que, según las estadísticas, se encadena ya un periodo de tiempo muy largo bajo la influencia de esta tendencia. Pero la influencia de la recesión ha traído además una vuelta de tuerca en el sector. Ahora, según los datos que elabora el Instituto Nacional de Estadística, INE, las cancelaciones hipotecarias triplican a la firma de nuevos créditos para comprar una vivienda, 93 frente a 35 según los últimos datos, que hacen referencia a junio.

Los expertos creen que este fenómeno es consecuencia directa de otro que hace tiempo que se aprecia: que las compras de una vivienda al contado son más numerosas que las que precisan de hipoteca. «Siempre hay quien puede permitírselo y además contrata una hipoteca para cancelarla dentro de un tiempo si las cosas le van bien», argumenta María Isabel Iglesias, trabajadora del sector, «pero lo cierto es que lo que vivimos antes de la crisis, cuando gente sin apenas ahorros se compraba una vivienda, es cosa del pasado». Un pasado que, según los datos del sector, cada vez se aleja más. Las trabas que ponen muchas entidades y la caída de precios del suelo han provocado este nuevo comportamiento del consumidor. Antes de la entrada en escena de la crisis se firmaban tres hipotecas por cada una que se cancelaba. La situación ahora es exactamente la inversa.

Además, argumenta esta trabajadora inmobiliaria, «lo que no sale en los datos es el por qué de muchas hipotecas» de las que dan los bancos. Los constructores se quejan, e incluso hablan de competencia desleal, al referirse a una práctica que consiste en que la entidad ofrece un crédito a los que quieren comprar una de las viviendas que ellos tienen en stock y no se lo ofrece a los que quieren comprar a una constructora o a otro particular. «Los clientes que necesitarían una hipoteca están esperando a que los pisos bajen aun más, pero los que pueden pagar al contado se plantean hacerlo ahora», argumenta Iglesias.

En lo referente a las cancelaciones lo que ocurre es que, al comprar ahora una casa la gente que realmente se lo puede permitir, la mayoría intenta que los procesos con el banco duren «lo menos posible para así cubrirse bien las espaldas». Ya sea por las cláusulas suelo, que impiden a miles de familias en la provincia beneficiarse de las subidas del euríbor, o por la desconfianza que tienen muchos clientes en la situación del sector, «cuanto antes acabemos de pagar la casa, mejor».

Que aumenten las cancelaciones hipotecarias no deja de ser paradójico ya que, además de tener que pagar al banco los costes de cancelación del préstamo hay que asumir otra serie de gastos que serían innecesarios de seguir con adelante con el crédito concedido. Lo primero que hay que hacer es acudir al banco donde se tiene contratada la hipoteca y abonar la cantidad pendiente de amortizar y la comisión por cancelación. Esta depende del capital que se prestó y de la entidad en cuestión, pero normalmente oscila entre un 0,25 y un 0,5%. Tras pagarlo tendremos el certificado de deuda cero, que en teoría debe expedirse de manera gratuita por parte de la entidad. A continuación el banco podría pedir una provisión de fondos para hacer todo el «papeleo» restante. Las organizaciones de consumidores recomiendan que, en caso de que el cliente tenga tiempo y sea posible, se ahorre este gasto y haga los trámites por su cuenta.

Lo siguiente es, con el certificado de deuda cero en la mano, acudir al notario para solicitar el formulario del Impuesto de Actos Jurídicos Documentados. Cuando ya se tiene la copia del impuesto, los papeles del banco y las escrituras de la notaría, hay que ir al Registro de la Propiedad para hacer efectiva la cancelación. No es obligatorio, indican las asociaciones de consumidores, y pasados 20 años el Registro cancela la hipoteca sin coste alguno. Sin embargo, si no se da este paso aparecerá la existencia de una hipoteca vigente y será más difícil conseguir crédito en caso de necesitarlo. El coste de este trámite puede variar y aumentar desde un mínimo de 24 euros. Para finalizar se puede pedir una nota simple para comprobar que el cliente está libre de toda carga hipotecaria.