Experta en neurociencia y con la experiencia que le dan sus cerca de cuarenta años dedicados a la investigación y la enseñanza, la catedrática María Teresa Miras, quien participó esta semana en el ciclo de conferencias de divulgación científica en La Alhóndiga, aboga por una especialización de la Universidad como vía de futuro y una mayor exigencia a los alumnos.

-Entre cerebros, ¿qué es lo que más diferencia al humano del resto de los seres vivos?

-Aunque en nuestro genoma somos iguales en un 99% a los chimpancés, tenemos unos cambios pequeñitos pero extremadamente importantes que nos han permitido relacionarnos con los demás. Uno de esos genes es el del lenguaje. Se trata de un elemento más de los muchos que nos han hecho diferentes. Pensamos que estamos alejados de todos los linajes y no es cierto, estamos integrados plenamente en el mundo de los primates, aunque nuestro cerebro ha ido evolucionando y haciéndolo además a enorme velocidad en tres millones de años.

-¿En qué punto está ahora ese desarrollo?

-Se ha llegado a pensar que lo hemos llevado al límite de sus posibilidades porque nuestro cerebro gasta muchísima energía y nuestro cuerpo no puede soportar tanto gasto. Pero lo bueno que tiene la ciencia es que si encuentras una explicación mejor tienes que aceptarla. Por eso nunca hay verdades absolutas en ciencia, aunque la explicación actual es que nuestro cerebro ha adquirido la capacidad máxima en relación al gasto energético que tiene en conjunto el ser humano.

-¿Es el lenguaje la capacidad más humana del cerebro?

-Siempre se ha pensado que el ser humano es el único que habla. Quizá el que habla más, pero otros seres también se comunican, aunque en un lenguaje más primitivo, no tan elaborado. Además, se ha descubierto que el lenguaje no solo está en el lado izquierdo del cerebro, sino que la capacidad de entender los tonos en los que se habla y las impresiones que produce se asientan en el hemisferio derecho. Esto es otro ejemplo más de que aún sabemos algo muy parcial.

-¿El avance en las investigaciones también nos ha hecho comprobar que no somos los reyes de la creación?

-En el área de la genética, por ejemplo, incluso el maíz o las ranas tienen más información que nosotros. El chimpancé, que se separa del humano hace solo tres millones de años del árbol genealógico común, resulta que se parece mucho más al ratón que al hombre. Y del ratón nosotros nos separamos hace 45 millones de años. En lo que sí ha evolucionado el ser humano ha sido en el gen del lenguaje, con unas variaciones que nos han otorgado gran eficacia.

-¿Eso nos separa más, por ejemplo, de nuestro antepasado Neanderthal?

-Dominaron el fuego, iniciaron la cultura de las hachas y sobrevivieron con una cultura parecida a la de los indios de las estepas americanas. Se comunicaban y eran extraordinariamente avanzados, así que ha sido otro baño de humildad para los científicos, porque se ha descubierto que ya no son tan atrasados como pensábamos. Cuando alguien dice algo como verdad absoluta la ciencia puede demostrar que eso no era tan exacto.

-¿Es cierto que utilizamos solo una pequeña proporción de nuestro cerebro?

-No es tan exacto. Lo que pasa es que tenemos muchísimas potencialidades que no desarrollamos. Lo utilizamos poco pero todas las partes del cerebro se usan. Cuanto más tratas de mover un área, más la estimulas y más la perfeccionas. Por ejemplo, si desde pequeño aprendes a tocar el piano, aunque no llegues a ser un buen pianista tendrás desarrollado mucho el cerebelo y todas las zonas de control negativos sobre el movimiento. Por eso, el que ahora a nuestros niños se les pida cada vez menos en enseñanza es muy contraproducente. Antes nos hacían recitar poemas y no entendíamos el por qué, pero eso desarrollaba muchísimo las vías de entrada de la información y estimulaba las áreas del lenguaje, hacía adquirir un lenguaje muchísimo más preciso. Todas aquellas cosas que nos parecían ridículas no lo eran tanto, porque no se desarrolla lo que no se estimula.

-¿Qué secretos guarda todavía el cerebro para los investigadores?

-Seguimos desconociendo muchísimos aspectos, como factores de crecimiento específicos, en qué ambiente tienen que estar las neuronas o sus conexiones. Ahora ha surgido un proyecto magnífico, el conectoma humano, en el que el gobierno de Barack Obama ha invertido un billón de dólares. Se trata de un proyecto de mapeo, es decir, del estudio de las conexiones de las células del cerebro, qué señales envía y cómo vuelve la información.

-¿Qué aportará este estudio en la práctica?

-Puede ayudar a averiguar qué sucede en el autismo, descubrir qué zonas alternativas existirían para poder influenciar en el Parkinson o saber más sobre el Alzheimer.

-Para todos estos avances la financiación es fundamental, ¿cómo valora la situación que atraviesa actualmente España?

-La situación actual la veo muy negra. Me gusta recordar la frase de Ramón y Cajal cuando decía que al carro de la cultura española le falta la rueda de la ciencia. España es el país que menos gasta en ciencia, apenas invierte, y menos de una manera programada. Al haber pasado por muchas catástrofes, la ventaja del ser humano es que es capaz de prever y si le garantizan una financiación modesta pero continuada es muchísimo mejor que ir a salto de mata, soltando un montón de dinero de repente y luego nada. Eso es lo que no se puede hacer bajo ningún concepto.

-Con esta situación y hablando de cerebros, ¿está justificada su fuga al extranjero?

-Es una situación trágica porque además se piensa que estarán bien pagados, cosa absolutamente falsa. Puede ser que uno o dos vayan bien establecidos pero no la mayoría, que además es gente joven que necesitamos, no cuando ya tienen 50 años con el cerebro vacío. Nuestros jóvenes son los que van a desarrollar y crear riqueza y conocimiento. La creatividad es un bien escaso y transitorio que gasta muchísima energía, es temprana y por lo tanto se desarrolla cuando la gente joven está en plenitud, cuando se saltan las reglas y no son tan proclives a aceptar que una cosa es verdad por definición. Sin embargo, cuando llegas a una cierta edad los cambios no te interesan tanto, porque tienes una rutina y estás muy confortable, algo que está en contra de esa renovación tan necesaria en la ciencia y la tecnología.

-Con su experiencia de 38 años en la docencia, ¿cómo ve el futuro de las universidades españolas?

-La Universidad española tiene la suerte de contar con unos profesores como nosotros, que sirven tanto para un roto como para un descosido. Nos adaptamos a Bolonia, a Washington o hasta si hubiera que hacer una convergencia con Marte. Concretamente, la transformación a Bolonia ha costado muchísimo esfuerzo y ha sido un verdadero desastre. Tengo alumnos que ni siquiera tienen tiempo para comer entre prácticas, temarios fraccionados y cientos de asignaturas. Hemos perdido mucho con Bolonia, nos ha hecho distanciarnos de los otros países europeos. Hemos convergido solo con Grecia, Portugal e Irlanda.

-¿La actitud del profesorado es esencial para crear universidad?

-El profesorado que de verdad trabaja e innova es el combina docencia e investigación, que tiene una ilusión grande por cómo cambian las cosas y enseñan a los alumnos que van a vivir de su cerebro y deben saber que son ellos mismos los que tienen que ver qué nuevas tecnologías, ideas y conocimientos son importantes para el desarrollo de su profesión, sea la que sea.

-Usted participó en el texto de la reforma y mejora de la calidad y eficiencia del sistema universitario español que se entregó el pasado mes de febrero al ministro de Educación, ¿en qué puntos se incidió?

-Había que ser respetuosos con lo que hay así que no se podía proponer hacer tábula rasa y empezar de cero, porque sería una estupidez. Hay que modificar alterando lo mínimo el sistema y conseguir que sea lo más eficaz posible, porque es muy difícil recuperar lo que se destruye. En este sentido, podemos optimizar muchísimos recursos y una de las grandes optimizaciones que necesita el sistema es que la selección de profesorado se haga lo mejor posible, porque lo contrario sería una aberración, sobre todo en un momento en el que se necesita incorporar a los mejores para sobrevivir. Además, cuando una universidad tiene muchos años de antigüedad, y muchas de las españolas lo tienen, lo que no se puede pretender es hacerla de diseño para que entre en los rankings.

-¿Los alumnos también son un pilar fundamental?

-Hay que exigirles un esfuerzo, porque si no están estafando al Estado, a sus padres y al profesorado. Lo que más me preocupa de las universidades españolas no es que hayan proliferado enormemente, sino que lo hayan hecho sin tener una cierta especialización necesaria.

-¿Apuesta por una universidad en continuo desarrollo?

-Me cuesta pensar en una universidad estanca, cerrada, con rejas y que no interaccione con la sociedad que tiene alrededor para descubrir qué le preocupa. Una universidad por sí misma no tiene mucho sentido sino que necesita algo definido, con una orientación.

-¿El futuro está entonces en la especialización de los estudios?

-Es necesaria porque si no nuestros chicos no se colocan y ni siquiera los podemos mandar al extranjero como mano de obra. Incluso nuestros mejores cerebros están yendo a sueldos de mil euros y pagándose ellos la Seguridad Social, aunque sea gente muy buena y con la tesis acabada. Por eso hay que estudiar cómo aprovechar y optimizar a esta gente aquí. No estamos exportando cerebros, sino una mano de obra al a que le van a quitar las ideas a cambio de absolutamente nada, mientras que aquí hay muchos apuntados a todas las secciones juveniles de los partidos políticos viviendo de la sopa boba y sin saber hacer la o con un canuto. Me indigna comprobar que no sabemos optimizar lo bueno que tenemos.