A pesar del miedo a un considerable chubasco o a un camino acompañado de frío y viento, los romeros de La Hiniesta salieron con paso firme de la iglesia de San Antolín de la capital, sede de la cofradía, para completar el recorrido entre la capital y la vecina localidad, que reúne a la Virgen de la Concha y a la de La Hiniesta en su encuentro anual.

Miles de personas llegaron de forma intermitente al pueblo zamorano, que en palabras de su alcalde, «recibe a todos los visitantes de la mejor forma que sabe, intentando mejorar cada año y dando las gracias porque este año el tiempo también nos haya respetado», explica Gregorio Prieto, alcalde de La Hiniesta que durante 24 años ha asistido al centenario ritual que hermana el municipio con la cercana capital zamorana. De hecho en esta edición el regidor se ha asegurado de que hubiera urinarios durante el recorrido para facilitar el camino a todos los romeros que tuvieran intención de completar el recorrido.

Gaitas, dulzainas, flautas y tamboriles pusieron la nota musical a un recorrido en el que los zamoranos y los visitantes llegaron a La Hiniesta de forma escalonada, con más de una hora de diferencia entre los más madrugadores, hasta los que no querían separarse de la Virgen durante su camino hasta el primer pueblo de la zamorana tierra del Pan.

Para el presidente de la Cofradía de Nuestra Señora de San Antolín, Florián Ferrero, el tiempo ha sido este año «perfecto» para permitir una asistencia «masiva» a un hermanamiento «bellísimo y lleno de ritos que demuestra el sentir un pueblo que es raro de encontrar fuera de la provincia», afirma Ferrero, que señaló que la romería se realiza «sin ningún tipo de subvención».

El pueblo de La Hiniesta quiso rendir homenaje a La Concha con una emotiva poesía que Remedios Rodríguez dedicó a la imagen a la que «desde niña adoré», según explicó en su composición, y aunque vive fuera del pueblo, destacó precisamente su devoción desde niña a la Virgen, lo que le granjeó numerosos aplausos y mucha emoción contenida.