«Agustín distinguía entre canciones y soliloquios. Las canciones laten de viva voz y están sometidas a un ritmo, el de las aguas, el de las patas de los caballos, o el de los latidos del corazón». La definición de Isabel Escudero, compañera sentimental del fallecido García Calvo, sirve para definir el tercer viernes del ciclo de conferencias sobre el filósofo titulado «Al ritmo de Agustín». En un salón de actos de la Biblioteca Pública completamente lleno, Escudero dirigió una velada que combinó la poesía con la música, con la interpretación de Luis Ramos y Carmen Esteban.

¿Por qué esta mezcla? En Agustín «lo que se dice es inseparable de cómo se dice, hay una huella rítmica, una música, en el modo en que él decía las cosas», explica Isabel Escudero, profesora jubilada de la UNED y compañera de Agustín durante 36 años. Precisamente, la escritora fue protagonista de varias lecturas ante la tumba del filósofo el pasado uno de noviembre, cuando García Calvo fue enterrado tras fallecer a los 86 años.

Tanto el acto de ayer como el resto de las conferencias y homenajes tributados al escritor zamorano -uno de los pensadores de la tierra más lúcidos, sin duda- han estado acompañados de la respuesta sin ambages del público. «En Madrid, nos juntamos mil personas en el Ateneo y fue muy emotivo», recuerda Escudero.

Porque, en definitiva, era «el pueblo» el destinatario final del mensaje del filósofo. «Agustín era el sentido común hablando, algo extraño en una persona tan instruida y culta, que había leído tanto a los clásicos», recuerda su compañera. Tanto en el Ateneo como ayer en la Biblioteca «ha venido gente culta y personas corrientes», explica Isabel Escudero para dar la clave a continuación: «Agustín pensaba que toda formulación científica que no pudiera ser trasladada al lenguaje popular era sospechosa de mentira, era el sentido común hablando», reitera.

Ayer se habló del ritmo vital de García Calvo, una suerte de melodía que acompañaba su modo de expresarse, su producción poética, sus ensayos, su obras dramáticas.

Aunque, sin duda, donde más se deja notar ese «ritmo» es en la música. Por eso Isabel Escudero sostiene que ni Amancio Prada ni Chicho Sánchez Ferlosio tuvieron dificultades para ponerle música a los poemas del pensador zamorano. «Son poemas que nacen con impronta de canción», asevera.

Palabras que corrobora el cantautor zamorano Luis Ramos, que anoche se llevó la guitarra y compartió su música con Carmen Esteban, familiar de Agustín. «La poesía de Agustín llevada a la música supone "extender la música"», argumenta Ramos, quien compartió con el público temas de sus primeros discos basados en poemas del fallecido pensador. Un privilegio para él, porque «encontrar una melodía adecuada al ritmo de la poesía de Agustín es tocar cierta nube estupenda».

Pero, ¿es complicado hallar la música sobre las palabras de García Calvo? No parece a juicio del cantautor zamorano. «El decía que cuando un poema le llega a la gente es porque no es de uno, sino de la gente. En la música pasa igual, cuando le pones una melodía a un poema y la gente lo canta es que eso es de la gente, ya no es tuyo», detalla.

Poemas, canciones... Ante un buen número de publicaciones de la editorial Lucina como testigo, decenas de amigos de Agustín revivieron su lenguaje, su modo de ser, su personalidad, justo ahora que su mensaje cobra la máxima actualidad en una sociedad que atraviesa una profunda crisis que necesita de filósofos que la sofoquen.