La sala de conversos aún sigue enterrada. Después de 20 años de estudios, excavaciones y obras de restauración, el Monasterio de Moreruela guarda celoso numerosas partes de la edificación para futuras intervenciones, aún sin fecha por la situación económica de las administraciones públicas.

Precisamente es la sala de conversos, el lugar donde se reunían los monjes procedentes de la clase baja, el espacio que con más expectación espera conocer Leocadio Peláez, arquitecto participante en las obras de restauración del conjunto, hoy declarado Bien de Interés Cultural y propiedad de la Junta de Castilla y León.

Bajo tres metros de tierra se encuentra en la actualidad esa parte del monasterio en la que vivían los monjes siervos, con dependencias distintas a las de los monjes hijos de señores feudales, que saben leer, dicen misa y se encargan de la organización del monasterio, mientras que los siervos, que no dicen misa, trabajan en el campo y hasta tienen una puerta distinta para entrar a la iglesia, «de hecho unos y otros no se llegan a ver, los estamentos sociales de la sociedad se trasladan al monasterio».

El experto impartió ayer una conferencia en el salón de actos del Campus Viriato de la capital, dentro del ciclo «CulturaALcampus», que pretende acercar distintas disciplinas y proyectos al público en general.

Con un ejercicio de imaginación se puede viajar tres siglos atrás para hacerse una idea, con las ruinas del monasterio delante, de cómo era la vida de sus inquilinos allá por los siglos XVII-XVIII, cuando en el complejo se acometieron importantes reformas con respecto al edificio medieval, cuya construcción data del año 1162, según se indica en la cabecera de la iglesia.

«En el siglo XVIII lo románico les parece primitivo y tosco, por lo que cambian al Barroco y crean un monasterio totalmente distinto al original para adaptarlo a la nueva forma de vida», explica Peláez.

Así, mientras que la iglesia conserva su fisionomía medieval en la cabecera y en las naves, el resto está modificado: «el claustro se tira y se hace un nuevo de dos plantas, se añade otro claustro, se tiran las cocinas y se transforman. En vez de una hospedería pequeña para los visitantes hacen un claustro entero». La razón, cambia el estilo de vida de los monjes cistercienses que viven en Zamora, «en vez de dormir en un dormitorio común ya tienen celdas, crece el número de religiosos, el abad ya no vive con los demás, sino aparte, se hace un coro porque se abre la iglesia al público...», relata el arquitecto.

Las recientes excavaciones arqueológicas y los datos históricos han ayudado al equipo de investigadores que trabajan en el monasterio a discernir el modo de vida de sus habitantes, que ha quedado plasmado en el libro «Moreruela, un monasterio en la historia del Císter», publicado por la Junta de Castilla y León y elaborado por diferentes expertos, entre historiadores, geólogos, epigrafistas, etc.

Moreruela es uno de los centenares de monasterios de esta orden repartidos por toda Europa, todos trazados con los mismos planos que el propio Císter se encargaba de distribuir. En el caso del edificio zamorano, la desamortización de los bienes eclesiásticos a finales del siglo XIX significó el principio del fin del esplendor monástico. «El edificio lo compra el dueño de las fincas y esos edificios no se valoran, por lo que se reutilizan los materiales y el conjunto se viene abajo. Con las piedras del monasterio está hecha la iglesia de Granja de Moreruela, que en un principio no tenía, ya que era eso, una granja y los edificios religiosos estaban en el monasterio, y también muchas casas del pueblo tienen piedras del conjunto», señala Leocadio Peláez.

En 1931 el monasterio se declara Monumento Histórico Artístico y comienza la protección del edificio, «aunque no en su totalidad, porque algunas partes se siguen utilizando como cantera, establos o graneros». Hoy, las partes que están en la superficie, se pueden visitar de miércoles a domingo.

Denominación

Monasterio de Santa María de Moreruela.

Año de construcción

1162.

Orígenes

Algunos historiadores defienden que había un monasterio previo en ese lugar, aunque otros apuntan a que estaba localizado en Moreruela de Tábara. El rey Alfonso VII de León estableció en la zona una comunidad de monjes cistercienses con el propósito de sacar rendimiento a las tierras que se iban ganando a los musulmanes.

Declive

La desamortización de los bienes de la iglesia a finales del siglo XIX lo convierte en cantera para las edificaciones del pueblo de Granja de Moreruela y en explotación agrícola y ganadera.

Protección

Declarado Monumento Histórico Artístico en 1931 y en la actualidad Bien de Interés Cultural.

Propiedad

Junta de Castilla y León.

Conservación

En ruinas, pero con partes en buen estado de conservación.