«Ecología o la conservación del futuro» es el título de la conferencia pronunciada ayer en Zamora por el naturalista Joaquín Araújo, en la que abordó los riesgos que amenazan al medio ambiente y la necesidad de lograr un desarrollo sostenible.

-¿Cómo alcanzar el ansiado desarrollo sostenible?

-Estamos en un momento en que se está perdiendo una oportunidad extraordinaria de reflexionar sobre qué es lo que nos ha traído a la situación actual y a pesar de que tenemos tantos pontífices de lo económico, de lo social, de lo político apenas se está teniendo en cuenta que la verdadera crisis es ambiental. Si el momento demanda algo es precisamente atrevernos a salir de una crisis por el único sitio que se puede salir, que es con el reconocimiento de las fuerzas productivas de la naturaleza, el sector primario, de las energías renovables, el cambio del modelo productivo, de verdaderas tasas relacionadas con el entorno. Es el primer caso en la historia en que el saber cómo funciona el mundo y por supuesto detectar cómo estamos devorando al mundo surge toda una ideología pero absolutamente teñida de criterios éticos y no pocos estéticos.

-¿En momentos de crisis se prima el crecimiento económico y se deja un poco de lado la forma de conseguirlo?

-Exactamente. Muchos teóricos de la economía lo saben, incluso los mismos partidarios acérrimos del crecimiento. Lo que trae la crisis es precisamente el crecimiento del crecimiento del crecimiento, con un planeta obviamente limitado, con una explosión demográfica de tres pares de narices y claro, la solución no es crecer más, entre otras cosas porque es imposible. Esta es una crisis que se cae por exceso de peso del volumen tan extraordinario. Según algunos especialistas económicos la crisis es algo que se provoca deliberadamente: vamos a mandar al hospital al sistema para nosotros mismos, los que no hemos hecho, curarlo. Es hacer trampa con una contumacia absoluta. Que el modelo no es viable a largo plazo y dadas las absolutamente claras fronteras de capacidad de carga que tiene el planeta, eso lo saben absolutamente todos. Y lo saben los que mandan, y los banqueros, pero no se tiene consideración ni con la población ni con el conjunto de lo viviente ni las fuerzas básicas, los principios elementales y los ciclos ecológicos. Da igual, caiga quien caiga y por donde caiga.

-¿Se nos ha olvidado ya el cambio climático?

-Si tuviéramos que pagar la factura del cambio climático ya no es crisis, es colapso total. Lo que pasa es que no la pagamos. Hay un momento en que no se pueden pagar las deudas, no se pagan y se viene abajo el tenderete. Pero el cambio climático está ahí, peor que nunca. Las últimas informaciones sobre el ártico y el antártico, la propia Administración Obama en Estados Unidos están absolutamente convencidos de que es una cosa especialmente grave y además que afecta directamente a la economía: supone en torno a un 15% del producto interior bruto.

- Y aparecen nuevas amenazas como el «frackin», fracturar el subsuelo para obtener gas.

-Es un disparate sobre otros disparates. Es una soberana estupidez poner en riesgo determinadas situaciones ambientales delicadas, como es el subsuelo, porque las cosas que normalmente no vemos son muy importantes, y no centrarse en cambiar el modelo energético, porque es caro, peligroso e injusto, es lo que debería regir. Debería haber una suerte de ultimátum: a partir de ahora ni una sola oportunidad más a las energías contaminantes, ni una sola concesión a seguir embadurnando el mundo. No hace falta gas, tenemos de sobra con las energías limpias. Eso sí tenemos que potenciarlas en vez de ponerles la zancadilla como ha ocurrido en los últimos tiempos en que se les han quitado posibilidades de desarrollo porque se les ha bajado la cuota.

-¿Justo cuando más eficientes son?

-Y además han condenado a mucha gente a un proceso de ruina económica. Porque había mucha gente incluso extranjera que había invertido en las renovables españolas porque íbamos camino de ser la primera potencia mundial. Y a esa gente se la ha dejado tirada. Lo del «fracking», absolutamente improcedente por la tecnología que usa y porque no debería estar en la mente de nadie ya con dos dedos de frente o de sensatez seguir utilizando combustibles fósiles.