Los dos ganaderos acusados de venta de carne de piezas de caza mayor ilegalmente abatidas aprovecharon, según el fiscal, «una nave en los bajos de su vivienda, sita en la calle del General Franco, número 108, en Asturianos, como matadero y lugar de venta de los productos» procedentes de esa actividad ilícita y «del sacrificio de animales domésticos». El destino dado a esta instalación clandestina, puesto que la usaban «careciendo de licencia» para ello, viene acreditado para la Fiscalía por el hallazgo durante su registro por la Guardia Civil de «pieles de cordero, nueve cuernos de corzo y uno de ciervo, básculas para el peso de los productos y jabalíes congelados, así como notas que demostraban la venta» de la carne.