Alrededor de 150 piezas integran «Rosa escogida. 950 aniversario de la Virgen de la Concha», una exposición promovida por la Cofradía de San Antolín en colaboración con la delegación de Patrimonio y Cultura de la Diócesis, para festejar los 950 años de la llegada de Nuestra Señora a la ciudad.

A lo largo de la sala de exposiciones temporales y otras dependencias del Museo Etnográfico se dará a conocer muchas piezas inéditas que forman parte del patrimonio de la Virgen de San Antolín así como numerosos bienes relacionados con esta cofradía, la romería o con la procesión del Corpus facilitados por diversas cofradías de la ciudad como Valderrey, Yermo, Vera Cruz o Nuestra Madre o bien por las iglesias de San Antolín, Lourdes, San Ildefonso, San Juan y San Vicente, entre otras, o por La Hiniesta, Bamba o Almeida. La muestra, que abre sus puertas el martes, pretende plasmar la historia, tradiciones y vivencias relacionadas con la presencia de la Virgen en la ciudad mediante cuatro grandes secciones temáticas que agrupan diversos elementos de gran valor artístico, documental e histórico.

El discurso expositivo arranca con el origen de la historia de la Virgen, con su aparición en Palencia, momento que aparece representado en un cuadro que habitualmente está en el templo de San Antolín, junto a él figurará facsímil de «La crónica general de España» en la que se habla del hallazgo del cuerpo de San Antolín, pero «no cita a la Virgen», indican fuentes de la Cofradía. Le sigue la explicación de la transformación de una talla románica hasta la actual mediante un panel acompañado de una colección de imágenes vestideras del Etnográfico, unos elementos para dar forma por dentro a una imagen, hasta ahora inéditas para el público, para finalizar con la primera imagen que se conserva de la Virgen, de finales del XIX, y que aparece en un paño bordado que le regaló el padre del pianista Berdión a su hermana, y el traje que luce la Concha en esta instantánea así como las manos anteriores de la Virgen, de finales del XIX, así como la factura de una intervención en estas extremidades a cargo del escultor Ramón Núñez, fechada en el año 1925.

La iconografía actual de la Concha centra una segunda parte de la muestra. En ella se podrá ver, entre otros elementos, la primera concha, la bandera, la corona o la cadena así como un inventario de 1915 y el ajuar de la Virgen donde a través de vestidos, como uno fechado por el Museo del Traje en 1770, corpiños del XIX o dos trajes de finales del siglo XVII, se conoce la evolución de la manera de adornarla.

Una vitrina alberga, suspendidos entre cristales, la colección de vestidos y zapatos del Niño desde el XVIII hasta principios del siglo XX, entre los que llama la atención uno realizado con plata, mientras que en otra cristalera se exhibirán dos tocas antiguas, una de ellas bordadas por Valentín Mireles o un paño de altar del XVI.

Otro gran apartado recoge la evolución de la Cofradía a través de objetos como libros de normas o manuscritos de estatutos, como el de 1860 cuando La Concha se fusiona con la Cofradía del Santísimo de San Antolín sin pasar por alto una vara de esta agrupación o bien documentación referida a «una asociación de socorro que se funda en 1908, dura tres décadas y llegó a tener 400 socias bajo la titulación de la Virgen de la Concha», indican fuentes la Cofradía que ha trabajado durante más de seis meses en el diseño de la exposición.

La Virgen peregrina, realizada por Ramón Álvarez en 1883, comparte espacio con diversas medallas de la Cofradía, con el arca de la cera o bien con el pendón antiguo realizado gracias una ayuda económica de Luis Cortés procedente de los derechos de autor de su publicación «Mi libro sobre Zamora».

La documentación sobre el hallazgo de la Virgen de La Hiniesta y los primeros datos sobre esta advocación mariana enlazan con una vitrina donde se presenta el vestido «más antiguo de la talla de principios del XIX», el rostrillo con piedras preciosas o un grabado de la talla de Tierra del Pan. Otra vitrina acoge piezas de la iconografía de la Virgen del Yermo, de la ermita de los Remedios o del Cristo de Valderrey e incluso una plumilla de la cruz del rey don Sancho, efectuado en los años 40 del pasado siglo o bien la autorización para procesionar en 1937 junto a la música de la romería, personificada en un tamboril y una dulzaina.

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